(Este relato se basa en un hecho real)
Cositas del Perú
El nombre del Perú no significa, pues, ni río, ni valle, ni orón o troje y mucho menos es derivación de Ophir. No es palabra quechua ni caribe, sino indohispana o mestiza. No tiene explicación en lengua castellana, ni tampoco en la antillana, ni en la lengua general de los Incas, como lo atestiguan Garcilaso y su propia fonética enfática, que lleva una entraña india invadida por la sonoridad castellana.
jueves, 30 de noviembre de 2023
Un triste epílogo de Tacna y Arica
martes, 31 de octubre de 2023
La procesión va por dentro
Roque Puell López Lavalle
sábado, 30 de septiembre de 2023
El Castillo de Chancay
Compilado
ecured.cu/mochilerose nlima.blogspot/
jueves, 31 de agosto de 2023
Ocupación de Iquique
Semblanzas de la Guerra del Pacífico
Aun cuando no se habían
hecho esfuerzos efectivos para perseguir al ejército aliado que encabezaba el
general peruano Juan Buendía después de los combates librados en Dolores,
limitándose el mando chileno encabezado por el general Erasmo Escala a realizar
algunas incursiones en los alrededores de Porvenir, al menos una de las medidas
tomadas fue apoderarse del abandonado e indefenso puerto de Iquique.
Así, cuando el General en Jefe
Escala ya había renunciado a perseguir a las tropas aliadas, como consta en los
testimonios del Manuel Baquedano y Rafael Sotomayor, el 20 de noviembre envía
una nota al Ministro de la Guerra para indicarle que pensaba enviar una fuerza
de 3.000 hombres en dirección a Iquique, "y una vez que conozca bien
-agrega- lo que haya de positivo sobre el ejército de Daza que pudiera venir a
presentarnos combate, o a reunirse con los dispersos de ayer enviaré más
fuerzas hacia adelante". Como sabemos, el ejército del dictador boliviano
ya entraba en Arica e iba de vuelta a Tacna, adonde ingresaría el día 23.
A esta nota de Escala, el
Ministro Sotomayor respondió que sería imprudente enviar una división por
tierra sin resolver antes los problemas de avituallamiento imprescindibles para
semejante caminata por el desierto, y remataba indicando al general que iría
hasta Dolores para conferenciar con él. Aceptadas las sugerencias del Ministro,
Escala lo esperó, y en la reunión sostenida se llegó a la conclusión que, una
vez subsanadas las necesidades de la división requerida, saldría una columna de
2.000 hombres por tierra, en tanto el propio Ministro encabezaría una
expedición por mar con otros 1.000 correspondientes a un batallón del
Regimiento Esmeralda acampando en Hospicio, y otro del Lautaro que estaba
próximo a arribar a Pisagua, esperando a las fuerzas terrestres de Escala en la
bahía de Iquique, de manera que se procedería a exigir la rendición de la plaza
cuando el conjunto estuviera listo.
En el regreso a Pisagua del
Ministro Sotomayor y entrando en este puerto en la mañana del 23, se encontró
con la Covadonga que, enviada por el comandante Juan José Latorre sito en
Iquique, le informaba de la rendición del puerto iquiqueño. Lo sucedido era que
el coronel peruano José Miguel Ríos, jefe de la plaza, al recibir el correo
enviado por el general Buendía el 22 de noviembre en que le informaba la
situación y le ordenaba replegarse a la quebrada de Tarapacá con sus fuerzas,
procedía rápidamente a destruir documentos, arrojar al mar todo el parque del
ejército que no podía cargarse en la marcha y "clavar", inutilizando,
los cuatro cañones de los fuertes del Morro y del Colorado. Ante las noticias
del abandono, que corrieron como reguero en el pueblo, muchos optaron por
seguir a las tropas hacia el interior, huir en los vapores que hacían el
tránsito por Iquique y otros asilarse de inmediato en los buques neutrales
anclados en la rada del puerto. Entre estos últimos, el propio Prefecto de
Iquique, el general peruano Ramón López Lavalle que a toda prisa embarcó en el
navío inglés HMS Turquoise. El coronel Ríos comunica al Cuerpo de Cónsules de la
ciudad que ésta queda bajo su custodia, incluyendo los marinos de la Esmeralda
que permanecían cautivos allí (los oficiales habían sido trasladados a Tarma) y
el hospital con sus heridos y enfermos. El mismo 22 se retira, dejando librada
a su suerte a la población de Iquique. Rápidamente los cónsules toman
decisiones en una reunión a la que no asisten autoridades peruanas, excepto el
capitán de puerto Antonio C. de la Guerra, y resuelven dotar a los bomberos de
compañías extranjeras con los medios armados para imponer orden, y a su vez
comunicarse con el comandante Latorre, jefe del bloqueo a bordo del blindado
Cochrane, para informarle de la situación y entregarle la ciudad. El bote que
lleva a los diplomáticos al Cochrane regresa en la certidumbre de los cónsules,
que el puerto será ocupado pacíficamente por las fuerzas chilenas.
El 23 de noviembre entran a
Iquique los 125 marineros de la dotación del Cochrane, de la Covadonga y
algunos de Artillería de Marina que pertenecían a la guarnición del blindado,
al mando del segundo comandante del Cochrane, capitán de corbeta Miguel Gaona
Yáñez, quien asume, además, como Jefe de la plaza. El teniente del Cochrane,
Juan M. Simpson se hace cargo de la seguridad pública. El principal puerto de
Tarapacá y puerta principal de embarque de salitre del Perú pasaba a manos
chilenas sin dispararse un tiro. Ahora, la bandera de Chile flameaba
definitivamente en esa ciudad. El comandante Latorre envía a la Covadonga que,
como hemos indicado, ingresa a Pisagua en la madrugada del 23, informando al
Ministro de la Guerra del desenlace tranquilo de la toma, por lo cual el
Ministro procede ese mismo día en la tarde a embarcar al batallón del
Esmeralda, y junto al general Escala se trasladan a Iquique. En la misma tarde,
se hace el acto de entrega formal de la plaza, estableciéndose al capitán de
navío Patricio Lynch como Comandante de Armas de Iquique (hasta ahí era el
comandante encargado del transporte, siendo reemplazado por el capitán Baltasar
Campillo).
Pronto el desafío de poseer
Tarapacá pasaría, de lo militar a lo financiero. Administrar los negocios del
salitre y el guano absorberían al Gobierno de Aníbal Pinto que debía equilibrar
los intereses nacionales con los privados, donde estaban involucrados grandes
empresarios británicos y franceses. Para resolver estas delicadas cuestiones
fue nombrado Delegado Fiscal de Tarapacá el señor Baltasar Sánchez Fontecilla.
Otra serie de funcionarios fueron en su auxilio, y aún cuando no fue fácil
volver a mover a la industria salitrera, el 5 de enero de 1880 el jefe de
hacienda del territorio ocupado, Miguel Carreño, envió el telegrama anunciando
el embarque de los primeros 1.164 quintales por ese puerto.
Chile comenzaba así a
recibir los ingresos que, arrebatados a las arcas peruanas, ahora irían a
insuflar aire a las ahogadas finanzas del país. Al menos los medios económicos
para arremeter grandes jornadas de la guerra comenzaban a entrar lentamente al fisco.
Tomado del Internet
lunes, 31 de julio de 2023
¿Cómo era el toque de queda?
Hace unos días
escribí sobre los toques de queda que me tocó vivir. Es posible que algunos de
nosotros no lo sepan.... pero yo lo viví. Para quienes nunca hayan vivido en
toque de queda he aquí las disposiciones
en mi tiempo que había por entonces.
1- Estaba
prohibido circular por la vía pública en esas horas y había que obtener un salvoconducto para
hacerlo.
2- Los
vehículos debían llevar la luz interior encendida y andar a no más de 30 kph y llevar por una
ventanilla una banderola blanca.
3- Si
por alguna razón uno tenía que salir por alguna emergencia y carecía de salvoconducto y de coche, tenía
que caminar por el centro de la calzada portando una banderola blanca y llevar
sus documentos de identidad
4- Estaba
prohibido realizar fiestas o reuniones de toda índole ni realizar espectáculos públicos...además
las tiendas debían estar cerradas
durante las horas de vigencia del toque de queda. Por ello por esos
tiempos muchos cines y bares cerraron..
los bancos y tiendas estaban cerradas a partir del anochecer las iglesias alteraron sus horarios de
atención y las escuelas suspendieron sus
clases nocturnas y era común el
espectáculo callejero de ver los
paraderos públicos abarrotados de gente que quería subir a los buses y micros para llegar
a sus casas antes de que comenzara el
toque.... yo mismo me sumaba a esos
tumultos de tratar de subirme al primer
carro que pasaba por allí.
5-Todo
era una carrera por llegar cuanto antes a casa
las únicas que estaban felices por esa época eran las esposas celosas ya que por ello sus
maridos no se iban a tomar al bar y los chicos no salían a la calle a
divertirse como lo hacen ahora.
6- Por
lo general la gente debía evitar sacar la cara por la ventana para evitar algún malentendido por parte de
las autoridades... era algo no escrito
pero se sobreentendía por cualquiera.
7- En
mis tiempos era común sentirse recluido durante esos fines de semana sin TV cable, ni Internet como existe hoy....en
esos tiempos mi único entretenimiento era la radio si esta no suspendía sus transmisiones a partir de
las 12 de la noche.
8- Únicamente
se aliviaba la situación cuando era Navidad o Año Nuevo cuando esa medida se
suspendía para permitir algo de diversión
y alegría tanto familiar y colectiva sin tener la sombra del toque de
queda sobre mis espaldas..
De todo se recuerda de aquellos tiempos…
Un bloguero..
miércoles, 28 de junio de 2023
El edificio Giacolletti
En 1912 se inaugura el primer edificio modernista en el Centro de Lima, conocido por muchos como el Edificio Giacoletti. Este Edificio fue construido por los hermanos arquitectos Masperi, y se ubica en la esquina del Jirón de la Unión con Nicolás de Piérola (Ex Colmena).
¿En
que radica la importancia de este Edificio?
Después de la derrota
ignominiosa de la guerra del Pacífico, Lima había quedado destruida y saqueada
por el invasor chileno.
La biblioteca nacional quedó
arruinada, los libros que se guardaban celosamente en este lugar fueron
hurtados y llevados a Santiago y otras ciudades, la pompa de Lima a la que un
día se le denomino la "Perla del Pacífico" quedó en ruinas.
Este Edificio es el primero
en ser edificado con un buen gusto, sus cuatro pisos se comunicaban a través de
una bellísima escalera de Mármol, de los techos caían unas arañas
despampanantes, teniendo pues una decoración de Art Nouveau.
En ese mismo año, en el
primer piso, abre sus puertas la famosa cafetería "Giacoletti", una
especie de Starbucks de la época, donde servían postres y bebidas que eran
parada obligada de todos los que iban a jironear.
Dos años después, comienza
la remodelación de la Plaza y construcción de lo que hoy conocemos como la
Plaza San Martín, para lo cual, el edificio tuvo también que ser remodelado.
Solo la fachada se remodeló, dejándola en una arquitectura Neocolonial como lucía hasta ahora. Giacolletti abandonó el café y se lo traspasa a Juan Romano quien es el primero en vender los pavos para la cena navideña.
Después tuvo varios dueños,
pero el hotel siguió en pie, hasta que por el año 2000 una conocida cadena de
pollos alquila el local y hoy lamentamos el gran incendio ocurrido en el local
más emblemático de Lima que ha visto el paso de la historia de Lima, vio la
construcción de la Plaza San Martín y alrededores, fue mudo testigo de la toma
como rehén del Presidente Leguía por parte de los Pierolistas, la marcha de los
cuatro suyos, las botas militares en cuantos sonados golpes de estado se dieron
en la Capital, el modernismo desde el tranvía hasta el caos automovilístico de
hoy, esos muros guardan mucha historia.
Pero como siempre, las
autoridades hacen oídos sordos y más que seguro, será otro monumento que
quedará tal cual hasta que se caiga definitivamente, y venga alguien del
municipio a decir, "no se cayó, se desplomó". Ojalá que las nuevas
autoridades Municipales puedan reparar este edificio y entregarlo para la
celebración del bicentenario. Vale la pena soñar.
JAMEA
miércoles, 29 de marzo de 2023
El cerro San Cristóbal
«A un cuarto de legua de la Plaza Mayor de Lima y encadenado a una serie de colinas, que son ramificación de los Andes, levantase un cerrillo de forma cónica, cuya altura es de cuatrocientas setenta varas sobre el nivel del mar. Los geólogos que lo han visitado convienen en que es una mole de piedra, cuyas entrañas no esconden metal alguno; y sabio hubo que, en el pasado siglo, opinara que la vecindad del cerro era peligrosa para Lima, porque encerraba nada menos que un volcán de agua. Las primeras lluvias del invierno dan al cerro pintoresca perspectiva, pues toda su superficie se cubre de flores y gramalote que aprovecha el ganado vacuno.
A propósito del río,
consignaremos que en 1554 el conquistador Jerónimo de Aliaga, alcalde del
Cabildo de Lima, representó y obtuvo que con gasto que no excedió de veinte mil
duros se construyese un puente de madera; mas en 1608, viendo el virrey marqués
de Monteselaros que las crecientes del Rímac amenazaban destruirlo, procedió a
reemplazarlo con el de piedra que hoy existe, y cuya construcción se terminó en
1610 con gasto de cuatrocientos mil reales de a ocho.
En 1634 una creciente del
Rímac destruyó la iglesia de Nuestra Señora de las Cabezas, a cuya
reedificación se puso término cinco años después.
En la noche del 11 de
febrero de 1696 se desbordó el brazo de río que pasa por el monasterio de la
Concepción, llegando el agua hasta la Plaza Mayor. En las tiendas de los
Portales, cuya construcción acababa de terminar el virrey conde de la Monclova
con gasto de veinticinco mil pesos, subió el agua a media vara de altura; y
como casi todas eran ocupadas por escribanos que tenían los protocolos en el suelo
y no en estantes, por lo caro de la madera, pudririéndose los documentos cuya
reposición fue, si no imposible, muy difícil. Desde entonces se trasladaron los
escribanos a otras calles, legando su nombre al Portal que habían ocupado.
Con las continuas avenidas
sufrieron tanto los cimientos del famoso y monumental puente de piedra, que en
tiempo del virrey Amat cundió la alarma de que el primer ojo amenazaba
desplomarse. Desde 1766 hasta 1777 duraron los trabajos de reparación,
terminados los cuales, y en reemplazo de la estatua ecuestre de Felipe V, que
se derrumbó en el terremoto de 1746, colocaron sobre la arcada el reloj de los
jesuitas, instituto que acababa de ser abolido. En 1852 el presidente general
Echenique reemplazó este reloj con otro que había mandado traer de Europa y que
desapareció en 1879 a consecuencia de un voraz incendio.
En 1536 el inca Manco, a la vez que con un ejército de doscientos mil indios asediaba el Cusco, envió sesenta mil guerreros sobre la recién fundada ciudad de Lima. Éstos, para ponerse a cubierto de la caballería española, acamparon a la falda del cerro, delante del cual pasaba un brazo del Rímac, cuyo curso continuaba por los sitios llamados hoy de Otero, y el Pedregal.
Durante diez días
sostuvieron los indios recios combates con los defensores de la ciudad, cuyo
número alcanzaba escasamente a quinientos españoles.
Entonces fue cuando, según
lo apunta Quintana refiriéndose al cronista Montesinos, la querida de Pizarro,
Inés Huayllas Ñusta, hermana de Atahualpa, instigada por una coya o dama de su
servicio, fue sorprendida dirigiéndose al real de los sitiadores, llevándose un
cofre lleno de oro y esmeraldas.
Pizarro perdonó a su
querida, a la que fue después madre de sus hijos Gonzalo y Francisca; pero
mandó dar garrote a la coya, instigadora de la fuga.
Eso de haber sido benévolo
para con la querida, es virtud que cualquiera la tiene y que está en la masa de
la sangre. ¡Miren qué gracia! Aquí viene de molde este pareado:
"Pues yo también soy
hecho de igual barro que el inmortal conquistador Pizarro".
Siempre que los sitiadores
emprendían el paso del río, para consumar la derrota y exterminio de los
sitiados conquistadores, volviese tan impetuosa la corriente, que centenares de
indios perecieron ahogados. Por el contrario, a los españoles les bastaba
encomendarse a San Cristóforo (cargador de Cristo) para vadear el río sin
peligro, y embestir sobre los atrincheramientos del enemigo, bien que con poco
éxito, pues eran constantemente rechazados y tenían que replegarse a la ciudad.
A no obrar el cielo un
milagro, los españoles estaban perdidos.
Y ese milagro se realizó!
En la mañana del 14 de
septiembre, día en que la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la
Cruz, los indios emprendieron la retirada, sin que haya podido ningún
historiador explicar las causas que la motivaron.
A las cuatro de la tarde de
ese día, D. Francisco Pizarro, seguido de sus bravos conmilitones, se dirigió
al cerro, lo bautizó con el nombre de San Cristóbal, y para dar principio a la
erección de una capilla puso en la cumbre una gran cruz de madera.
Como por entonces no había
en Lima templo alguno, la misa dominical se celebraba en la Plaza Mayor, en
altar portátil que se colocaba frente al callejón de Petateros; mas en 1537 se inauguró
la capillita del Cerro de San Cristóbal, a la que, por devoción y por paseo,
afluía el vecindario en los días de fiesta.
Después, anualmente, el 14
de septiembre se efectuaba una bulliciosa romería al San Cristóbal. Había en
ella danza de moros y cristianos, abundancia de cohetes y francachela en
grande.
Aunque el terremoto de 1746
destruyó la capilla, dejando en pie parte de los muros, no por eso olvidó el
pueblo la romería anual, y en el sitio que antes fue sagrado se bailaba
desaforadamente y se cometía todo linaje de profanos excesos.
Allí, sin respeto a la
prohibición de la autoridad, se cantaba hasta el estornudo, cancioncita liviana
con que se conmemoraba la peste que afligió a Lima en 1719 y que, entre
estornudo y estornudo, condujo algunos prójimos al campo santo. Como muestra de
la cancioncilla popular, vaya una de sus coplas:
"Tiene
mi dueño eso pequeño, chiquito lo otro y estrecho el pie. ¡Ach!
¡María
y José!".
En 1784 el arzobispo La
Reguera prohibió la romería y mandó que se acabase de demoler la capilla,
dejando sólo, como recuerdo del sitio en que existiera, el arco de la puerta y
una cruz de madera en memoria de la que colocó Francisco Pizarro».
Compilado
miércoles, 22 de marzo de 2023
El fin de la ruta
En 1870 se inició la ruta del tren hacia Ancón, vehículo preferido por muchos veraneantes que acudían hasta las playas, pero esta historia del tren llego a su fin en 1964 , cuando el silbato calló para siempre . Nueve de la mañana en la estación de Desamparados .Temporada de verano y cientos de veraneantes no ven la hora de subir al tren que los conduciría más allá de 40 kilómetros al norte de Lima, hasta Ancón.
Los andenes parecen pasarelas con modelos que exhiben
camisas de colores ,gorros, sombrillas en la mano, canastas y bolsas. Durante más de medio siglo se repitió esta
escena, pues las excursiones hacia Ancón empezaron en 1900,cuando el tamaño de
la ciudad y las referencias geográficas de la época y la lentitud de los
primeros trenes, proporcionaban sensación de mayor lejanía a Ancón.
La llegada del tren al balneario eran también un
acontecimiento, pues los familiares de los pasajeros esperaban ansiosos en la
estación.
A principios del siglo , cuando sólo existía el camino de
herradura el tren salía todos los días. En 1930, cuando se construye la
carretera panamericana la situación cambia .Aparecieron automóviles y
posteriormente ómnibus.
Poco a poco el tren era menos solicitado por lo que el servicio
redujo la frecuencia exclusivamente para domingos y feriados.
En marzo de 1964 el servicio fue suprimido
definitivamente por su alto costo de mantenimiento. La razón :resultaba
desventajoso sostener un servicio que solo funcionaba los fines de semana .Foto
de 1908.
Fuente: Diario El comercio 28/3/1995
#DatosdeLima
Fotos antiguas del Perú y del Mundo / Josué Cahua
jueves, 16 de marzo de 2023
Carmela Combe Thomson
Compilado
sábado, 11 de marzo de 2023
Barrios Altos
Cuando los españoles
fundaron la Ciudad de los Reyes (hoy Lima) en enero de 1535 en el valle del
Rímac, lo hicieron a menos de un kilómetro del oráculo que daba nombre al
valle. A mediados del siglo XVI el oráculo fue destruido, construyéndose en su
lugar una iglesia que se levantó en advocación a Santa Ana y posteriormente
otras como Mercedarias, Descalzas, Buena Muerte, Trinitarias, Cocharcas, etc.,
que terminaron siendo parte indesligable de la personalidad de los Barrios
Altos.
Desde el siglo XVII, empezó
a ser una zona muy poblada debido a que por las portadas de Maravillas,
Barbones y Cocharcas transitaban todos los que se dirigían al centro o al sur
del Virreinato peruano. La provisión de alimentos que necesitaba Lima tuvo que
pasar necesariamente por los Barrios Altos. Asimismo, luego de la
Independencia, a lo largo del siglo XIX, los ejércitos para develar
levantamientos, motines o revoluciones que estallaban al sur del país, debieron
ser vistos por sus moradores; a su vez, las carrozas fúnebres con destino al
cementerio Presbítero Maestro pasaban por sus calles; esto sin mencionar a los
toros de lidia, que venían desde las haciendas del sur, pasaron por los Barrios
Altos.
A principios del siglo XX,
comprendía entre el jirón Huanta, la calle Conchucos, la Portada de Martinete y
la calle Junín. Las casas eran principalmente de adobe y solo la mitad tenía
servicios de agua y desagüe; era también una zona muy tugurizada, pues
albergaba 50 habitantes por casa de vecindad. Un informe de la Municipalidad de
Lima (1908) decía que su población era predominantemente mestiza y sus barrios
mostraban altos índices de mortalidad, tuberculosis, fiebre tifoidea, así como
un uno de los mayores niveles de densidad por vecindades y callejones. Con
parte de su fortuna, Óscar Heeren construyó el gran condominio que luego sería
considerada como uno de los lugares más hermosos y apacibles de la Lima de
antaño: La “Quinta Heeren”. Este conjunto residencial de la época, de estilo
austro-húngaro, es una muestra de cómo los Barrios Altos, en esos años en la
“periferia” de Lima, era un lugar de gran proyección urbanística y
arquitectónica.
Los callejones fueron un tipo de vivienda popular que se multiplicó en Lima desde los tiempos virreinales (las quintas vendrían después, a finales del XIX). Eran construcciones de adobe, si tenían un piso; y de adobe con quincha, los que eran de dos pisos. Sus corredores eran de tierra apisonada al igual que la mayor parte del piso del interior de las viviendas. Con el tiempo, la gente, a medida de sus posibilidades, empezó a poner madera y hasta ladrillos pasteleros al piso interior de sus habitaciones, pero los corredores seguían siendo de tierra apisonada. Sus habitantes eran en su mayoría obreros y artesanos; también estaban los de oficio desconocido o inestable, como bailarines, cantantes o pregoneros, como recuerda Ricardo Palma. Algunos callejones eran tan grandes que, a simple vista, mirando desde la calle, uno veía solamente el portón de entrada pero, en su interior, había casi otro barrio o ciudad pequeña dentro del callejón
Fuente Lima
martes, 23 de agosto de 2022
B.A.P. Unión
domingo, 31 de julio de 2022
El niño de Detmond
Fue nombrado El niño Detmold
por sus dueños Lippisches Landes museum en Detmold, Renania del
Norte-Westfalia, Alemania.
Originalmente, la momia era
propiedad del Museo Völkerkundliches (Museo Etnológico) de la ciudad de
Witzenhausen. Después de que se reconoció un afecto por el moho en la momia, se
donó a Lippisches Landes museum Detmold, donde se conservó profesionalmente. En
2010, se examinó a la momia en el contexto del Proyecto de la Momia Alemana y
se dio cuenta de la importancia histórica cultural de este objeto.
Funcionarios del Museo
Estatal de Lippe en Detmold, Alemania, revelaron que el niño Detmold murió a la
edad de ocho a nueve meses después de sufrir una rara malformación congénita
del corazón, conocida principalmente como Síndrome del Corazón Izquierdo
Hipoplásico (HLHS), una afección con partes del lado izquierdo del corazón no
se desarrolla por completo. El síndrome combinado con la neumonía contraída
había llevado a la muerte del bebé. También se descubrió que el niño tenía
deficiencia de vitamina D y tenía un cráneo anormal de forma cónica. El cuerpo había
sido cubierto con lino y enterrado con un amuleto colgado alrededor de su
cuello, según reveló una tomografía computarizada.
El niño Detmold estuvo en
exhibición en el Centro de Ciencias de California en Los Ángeles, California,
junto con otras 45 momias y 95 artefactos diferentes.
Publicada el 6.2.2020
miércoles, 29 de junio de 2022
Ati II Pillahuaso (Rumiñahui)
Nació en Píllaro hacia 1482
aproximadamente. Fueron sus padres el Inca Huayna Cápac y Nary Ati, princesa de
Píllaro; hija de Pillahuaso, Cacique o Ati de Píllaro, San Miguel, Mulalillo y
Panzaleo y de la reina Choazanguil.
El verdadero nombre de
Rumiñahui es Pillahuaso, tomado de su abuelo. Rumiñahui es solamente un apodo
que significa "Cara de Piedra" y así lo llamaban por tener un
berrueco o tumorcillo en la niña del ojo.
Pillahuaso es voz de origen
"Quitwa", más antigua que el quechua. En cambio "Ati" es
quechua y significa "Vencedor, invencible...", título que usaba el
viejo Pillahuaso en tiempos de Huayna Cápac, habiéndolo trasmitido a su nieto
Rumiñahui.
Debió tener 51 años de edad
aproximadamente en 1533 cuando Atahualpa fue preso.
Entonces Rumiñahui y otros
Caciques se dirigieron a Cajamarca para hacerlo huir pero viendo que era
imposible, "aullando de dolor" regresaron a sus tierras para preparar
la guerra contra los invasores. Cuando el 29 de Agosto de 1533 las candeladas
anunciaron que Atahualpa había sido ajusticiado en Cajamarca y la noticia se
regó por el imperio; Rumiñahui se proclamó Shyri de Quito por ser hermano mayor
del Inca, asumió el mando, preparó los ejércitos, los disciplinó y salió a
encontrar a los invasores que subían por la sierra al mando del Capitán
Sebastián de Benalcázar.
Rumiñahui al verse vencido
por Benalcázar optó por huir a Quito donde hizo asesinar a su hermano el Inca
Illiscacha y a las vírgenes del templo del sol; luego destruyó y quemó los
edificios para que nada cayera en manos de los españoles, retirándose por el
occidente a Jatun Sicchos a ofrecer nueva resistencia, escondiendo los tesoros
en algún sitio cercano a Píllaro, en la zona de los Llanganatis, donde aún
deben estar y no en las cercanías del monte Rumiñahui, conforme se ha aseverado
equivocadamente.
A principio de Enero de 1535
Rumiñahui fue apresado por el Cap. Hernando de la Parra y fue trasladado en
parihuelas a donde estaba Benalcázar, que lo hizo torturar con otros Caciques
para que indique el paradero de los tesoros del Inca; sin conseguirlo, de
suerte que cansado de tanto silencio mandó ajusticiarlos, asándolos a fuego
lento y sobre una parrilla, en la placeta de la fundación de Quito, porque aún
no se había trazado la plaza mayor. Rumiñahui es considerado el héroe de la
resistencia nacional indígena de 1534 y uno de los más valientes exponentes de
su raza.
En recompensa por sus
honorables acciones se realizaron varios monumentos en su nombre uno de ellos
fue plasmar su rostro en el billete de "Mil sucres".
Autor: Ruth
Posligua