jueves, 30 de noviembre de 2023

Un triste epílogo de Tacna y Arica

(Este relato se basa en un hecho real)

El 28 de Agosto de 1929 Chile devolvió Tacna al Perú, mediante el llamado “Tratado de Lima”. Se cumplía así, en parte, el artículo 3°, pendiente del “Tratado de Ancón”, cuyas disposiciones habían sido las de someter a plebiscito el dominio de las provincias de Tacna y Arica, luego de cumplidos 10 años del tratado; disposiciones que hasta esa fecha no habían sido cumplidas.

De esta forma Chile abandonaba después de casi 50 años la provincia de Tacna. Además se demarcó la frontera definitiva. Era el fin de la cuestión de Tacna y Arica. Previamente, el 4 de marzo de 1925, el Presidente de los Estados Unidos de América, Calvin Coolidge, designado árbitro por Chile y Perú, había emitido su laudo sobre la cuestión de Tacna y Arica.

En él se consideraba que el territorio de Tarata, ocupado por Chile, no era parte de la provincia de Tacna, por lo que debía ser devuelto al Perú. En vista de esta situación, a contar del 20 de agosto de 1925, el subdelegado y a la vez jefe de las tropas del Cuerpo de Carabineros acantonadas en Tarata, empezó a recibir claras y precisas instrucciones sobre cómo debería procederse a la entrega de ese vasto territorio a las autoridades peruanas.

Era el 28 de agosto, en vísperas ya de la entrega, en horas de la tarde, el mando dispuso que un carabinero del puesto de “Pistala” debía concurrir a la tenencia “Chucatamani”, a comunicar que el personal, con la totalidad del equipo y bagajes, debería replegarse al día siguiente a la base del Escuadrón. Recibida la orden en “Pistala”, se dispone que ella sea cumplida por el Carabinero Manuel Aguayo Paillalef, un mocetón venido de las lejanas tierras de Carahue, en pleno corazón de la selva mapuche. Diestro en el manejo de la carabina, es además un excelente jinete, motivo por el que no hay dudas de su correcta designación.

Montado en su brioso caballo “Metal”, abandona el caserío rumbo a Chucatamani, con la confianza propia del hombre de bien, que no teme adentrarse en esos sombríos parajes; lo mismo que hacía en su lejana tierra cubierta de quilantros y robles añosos y cimbreantes, allá donde la lluvia caía persistente cubriéndole el rostro y el viento marino lo doblegaba y se alejaba presuroso hasta perderse en los roqueríos de su lejana Nahuelbuta.

Esos eran los lugares que solía recorrer durante su niñez, acompañado de su madre, la que gustaba coger manojos de copihues y los dejaba deslizar por sus orejas simulando chaquiras, situación que le agradaba y, sin embargo un día de arrestos juveniles llegó hasta la casona donde funcionaba el Escuadrón, con su juventud y sus ansias de correr tierras y se hizo carabinero…

El CARABINERO AGUAYO PAILLALEF ES ASESINADO,
METAL PERMANECE A SU LADO

Pero mientras seguía su marcha, repentinamente la huella por la que transitaba se hizo fugaz, de su mano izquierda manaba sangre, algo incomprensible que le hizo soltar las bridas. Volteó su cuerpo hacia la derecha para repeler el ataque con su carabina, pero un nuevo escozor, esta vez en el estómago, le hizo mantenerse inmóvil sobre el noble animal, que corría raudamente. En un intento desesperado, que sólo lo otorga la hombría, Aguayo descuelga su carabina del gancho, pero ya una negra nube lo cubre todo. Sus esfuerzos son escasos e instintivamente lanza el arma en medio de unos matorrales. Sofocado abre el cuello de su blusa, la gorra cae y el cinturón de servicio se desliza, dibujando una serpiente en el camino, en tanto que la bandolera le golpea insistentemente en la espalda. En una pequeña curva el caballo se detiene, las fuerzas abandonan al jinete que desciende penosamente y trata de sentarse en la falda del cerro. Allí, rememorando las hazañas de sus nobles antepasados que se le agolpan en la mente, Aguayo da una última mirada a “Metal” y volviendo levemente su cara hacia la izquierda y hacia lo alto traspasa los umbrales de la inmortalidad. El brazo aleve que segó su vida cumplió con su estéril misión. Aguayo, en cambio, cayó por la Patria en el camino del cumplimiento del deber.

La noche cubre su manto sobre las serranías de Chucatamani.

“Metal”, de quien se dirá después, que corrió unos kilómetros de regreso a Pistala, se encuentra ahora al lado de su amo y no lo abandona, parece saber que su puesto está en ese lugar y espera verlo levantarse de un momento a otro, más el manto de la noche se extiende por los cerros aledaños cubriéndolo todo y nada sucede. Ni un movimiento por parte de su jinete, eso lo impacienta. El frío nocturno se hace más y más intenso. Todo es oscuridad.

El amanecer comienza a proyectarse lentamente, el sol parece ser un nuevo observador de la escena incomprensible. Más de diez horas han pasado desde que cayera el mártir y sin embargo “Metal” no se ha movido de su lado. A ratos observa largamente el cadáver de su amo, jinete de tantas jornadas, que sólo cambia de posición por algunos momentos. La silla ya comienza a molestarle pero ni siquiera intenta desprenderse de ella, hay algo que considera primordial y de mayor atención: el jinete caído a la vera del camino.

La huella en la que se encuentran, es de día un camino de cierto tránsito entre ambos poblados. De pronto aparece en el lugar un comerciante español llamado Juan González Durán, quien descubre la dolorosa escena y presuroso lleva la notica a Chucatamani.

El sol de la tarde del 29 de agosto de 1925, fue el único mudo testigo al que nunca se le podría arrancar la verdad de lo sucedido en ese caluroso lugar.

Jamás se pudo encontrar al asesino, pues al día siguiente el destacamento abandonó para siempre esos estériles parajes. No obstante, en el sumario que se levantó al efecto, quedó estampado el nombre del peruano Julio Gil, como el autor de los dos disparos que dieron muerte al carabinero Aguayo. El hecho de vivir en el sector peruano impidió que fuera detenido y juzgado por este alevoso crimen.

Los restos de Aguayo fueron sepultados junto a otros tres carabineros caídos en condiciones similares en el cementerio de Tacna, pero años más tarde fueron trasladados al cementerio de Arica, donde descansan hasta la fecha. “SIEMPRE VIVEN LOS QUE POR LA PATRIA MUEREN”, reza su epitafio y hoy como ayer, luego de haber transcurrido más de noventa años, este hecho permanece latente en el recuerdo de generaciones de carabineros que de norte a sur, al paso de rápidas cabalgaduras, cada día emulan el último patrullaje de Aguayo y su fiel caballo “Metal”.

***
Extracto tomado de la web: identidadyfuturo.cl

Cortesía Guerra del Pacifico 1879-1883 grupo de estudio.

martes, 31 de octubre de 2023

La procesión va por dentro

El largo camino de la indiferencia se parece a las interminables procesiones de antaño. Más era la demora del paso perdido que el inicio del triunfo de una batalla sangrienta. El cántico que acompaña a la masa de los algunos indigentes descalzos, pareciera ser las largas oraciones que esperan una respuesta pronta a sus quejidos y clamores. Los pasos lentos se asemejan al constante pensamiento que día a día esperan una semblanza diferente pero que al final queda sola en el limbo de las ánimas que esperan respuesta en inútil sacrificio.

Y los movimientos del anda obedecen a los cargadores, solamente los supuestos rezos de la esperanza, esperan mejor la fe milagrera de los falsos cristos negros de mi vieja ciudad. Rompen el protocolo entonces para caer nuevamente en el tedio del silencio y la locura. Avancen hermanos porque mejor sería ignorarlo todo, inútiles fueran los clamores en el desierto, fuera cierta la risa y la libertad de los condenados, total, qué más da, si vives como si no existieras y duermes como si no vivieras. Solamente el lecho, es testigo de la frialdad del sentimiento, vendedor de esperanzas que son puro cuento.

Mudas e indiferentes son las velas que alumbran el cuadro, por gusto están si no tiene algún contentamiento. ¿Y los sahumerios? Son los que dan el ambiente sagrado del dios de nuestros tiempos, inermes ante su majestad ingenua, ignorantes al destino que dicen prometerles. Son ellos como los pensamientos, aquellos que se dieron en el pasado, de supuestas alabanzas pero solamente son címbalos sin sonido, tambores sin redoble.

¿Acaso las flores tuvieron un mejor destino? No. No puede alegrar un solo pajarillo a un bosque sin sentido, una flor no emociona un alma herida porque cae orgullosa cuando no hay ni siquiera un pan mordido. Así es el bocado dado en secreto, duro y deshaciéndose en migajas, así como está su vida, esperando la redención de su alma y la liberación del espíritu. Las oraciones dichas al final de la marcha, los rezos que por demás recuerda el peregrino, son las despedidas que se alumbran en los rostros de los santos, pero ese es su quejido y es triste otra vez su destino porque la respuesta del mañana, no les ha amanecido y tampoco se han escuchado.

Al final, la masa variopinta y cansada de las polvorientas calles, va llevando las esperanzas rotas, y guardando las efímeras alegrías para así volver a su hogar. Tanta modorra, tanto lloro, tanto rezo, tanto que se encomendó ¿Para qué? Para que al final, la tibieza de la tarde y las tinieblas de la noche, se vayan acercando más el frío que empieza otra vez a recorrer su cuerpo. Luego le dirán al fervoroso que mejor sería que se olvide de ella, que no la merece o que la eche sin reparos por la borda. Así tal vez, estará más tranquilo, así podrá descansar entre la duda y la mediocridad, sin fe, triste porque después de todo, la procesión va por dentro

Roque Puell López Lavalle
 

sábado, 30 de septiembre de 2023

El Castillo de Chancay

Empezó a construirse en 1922 por iniciativa de doña Consuelo Amat y León, esposa del tres veces alcalde de Chancay. Este castillo fue obra del arquitecto León Rolando. Su origen imaginativo se debe a las influencias que Consuelo Amat recibió durante su estancia en Europa (ya que su esposo era nativo de la zona italiana de Suiza), La muerte de su esposo en 1924 fue lo que hizo que Consuelo se decidiera levantar el castillo. En homenaje a él lo construyó al borde del acantilado, de manera que al ver al mar podía recordarlo. La obra se inició en 1925 y concluyó diez años después, teniendo como objetivo ser un hogar donde ella pudiera vivir con toda su familia. Estuvo abandonado hasta 1990 en que Juan Winston Barreto Boggio, nieto de Consuelo, reclama su derecho a la municipalidad y decide iniciar la reconstrucción.

Actualmente el Castillo de Chancay es una edificación de unos 15,000 mt2, con servicios de alojamiento, restaurantes, piscina y un museo con aproximadamente mil cerámicos, telares y momias de la cultura Chancay.

Compilado

ecured.cu/mochilerose nlima.blogspot/

jueves, 31 de agosto de 2023

Ocupación de Iquique

Semblanzas de la Guerra del Pacífico



Aun cuando no se habían hecho esfuerzos efectivos para perseguir al ejército aliado que encabezaba el general peruano Juan Buendía después de los combates librados en Dolores, limitándose el mando chileno encabezado por el general Erasmo Escala a realizar algunas incursiones en los alrededores de Porvenir, al menos una de las medidas tomadas fue apoderarse del abandonado e indefenso puerto de Iquique.

Así, cuando el General en Jefe Escala ya había renunciado a perseguir a las tropas aliadas, como consta en los testimonios del Manuel Baquedano y Rafael Sotomayor, el 20 de noviembre envía una nota al Ministro de la Guerra para indicarle que pensaba enviar una fuerza de 3.000 hombres en dirección a Iquique, "y una vez que conozca bien -agrega- lo que haya de positivo sobre el ejército de Daza que pudiera venir a presentarnos combate, o a reunirse con los dispersos de ayer enviaré más fuerzas hacia adelante". Como sabemos, el ejército del dictador boliviano ya entraba en Arica e iba de vuelta a Tacna, adonde ingresaría el día 23.

A esta nota de Escala, el Ministro Sotomayor respondió que sería imprudente enviar una división por tierra sin resolver antes los problemas de avituallamiento imprescindibles para semejante caminata por el desierto, y remataba indicando al general que iría hasta Dolores para conferenciar con él. Aceptadas las sugerencias del Ministro, Escala lo esperó, y en la reunión sostenida se llegó a la conclusión que, una vez subsanadas las necesidades de la división requerida, saldría una columna de 2.000 hombres por tierra, en tanto el propio Ministro encabezaría una expedición por mar con otros 1.000 correspondientes a un batallón del Regimiento Esmeralda acampando en Hospicio, y otro del Lautaro que estaba próximo a arribar a Pisagua, esperando a las fuerzas terrestres de Escala en la bahía de Iquique, de manera que se procedería a exigir la rendición de la plaza cuando el conjunto estuviera listo.

En el regreso a Pisagua del Ministro Sotomayor y entrando en este puerto en la mañana del 23, se encontró con la Covadonga que, enviada por el comandante Juan José Latorre sito en Iquique, le informaba de la rendición del puerto iquiqueño. Lo sucedido era que el coronel peruano José Miguel Ríos, jefe de la plaza, al recibir el correo enviado por el general Buendía el 22 de noviembre en que le informaba la situación y le ordenaba replegarse a la quebrada de Tarapacá con sus fuerzas, procedía rápidamente a destruir documentos, arrojar al mar todo el parque del ejército que no podía cargarse en la marcha y "clavar", inutilizando, los cuatro cañones de los fuertes del Morro y del Colorado. Ante las noticias del abandono, que corrieron como reguero en el pueblo, muchos optaron por seguir a las tropas hacia el interior, huir en los vapores que hacían el tránsito por Iquique y otros asilarse de inmediato en los buques neutrales anclados en la rada del puerto. Entre estos últimos, el propio Prefecto de Iquique, el general peruano Ramón López Lavalle que a toda prisa embarcó en el navío inglés HMS Turquoise. El coronel Ríos comunica al Cuerpo de Cónsules de la ciudad que ésta queda bajo su custodia, incluyendo los marinos de la Esmeralda que permanecían cautivos allí (los oficiales habían sido trasladados a Tarma) y el hospital con sus heridos y enfermos. El mismo 22 se retira, dejando librada a su suerte a la población de Iquique. Rápidamente los cónsules toman decisiones en una reunión a la que no asisten autoridades peruanas, excepto el capitán de puerto Antonio C. de la Guerra, y resuelven dotar a los bomberos de compañías extranjeras con los medios armados para imponer orden, y a su vez comunicarse con el comandante Latorre, jefe del bloqueo a bordo del blindado Cochrane, para informarle de la situación y entregarle la ciudad. El bote que lleva a los diplomáticos al Cochrane regresa en la certidumbre de los cónsules, que el puerto será ocupado pacíficamente por las fuerzas chilenas.

El 23 de noviembre entran a Iquique los 125 marineros de la dotación del Cochrane, de la Covadonga y algunos de Artillería de Marina que pertenecían a la guarnición del blindado, al mando del segundo comandante del Cochrane, capitán de corbeta Miguel Gaona Yáñez, quien asume, además, como Jefe de la plaza. El teniente del Cochrane, Juan M. Simpson se hace cargo de la seguridad pública. El principal puerto de Tarapacá y puerta principal de embarque de salitre del Perú pasaba a manos chilenas sin dispararse un tiro. Ahora, la bandera de Chile flameaba definitivamente en esa ciudad. El comandante Latorre envía a la Covadonga que, como hemos indicado, ingresa a Pisagua en la madrugada del 23, informando al Ministro de la Guerra del desenlace tranquilo de la toma, por lo cual el Ministro procede ese mismo día en la tarde a embarcar al batallón del Esmeralda, y junto al general Escala se trasladan a Iquique. En la misma tarde, se hace el acto de entrega formal de la plaza, estableciéndose al capitán de navío Patricio Lynch como Comandante de Armas de Iquique (hasta ahí era el comandante encargado del transporte, siendo reemplazado por el capitán Baltasar Campillo).

Pronto el desafío de poseer Tarapacá pasaría, de lo militar a lo financiero. Administrar los negocios del salitre y el guano absorberían al Gobierno de Aníbal Pinto que debía equilibrar los intereses nacionales con los privados, donde estaban involucrados grandes empresarios británicos y franceses. Para resolver estas delicadas cuestiones fue nombrado Delegado Fiscal de Tarapacá el señor Baltasar Sánchez Fontecilla. Otra serie de funcionarios fueron en su auxilio, y aún cuando no fue fácil volver a mover a la industria salitrera, el 5 de enero de 1880 el jefe de hacienda del territorio ocupado, Miguel Carreño, envió el telegrama anunciando el embarque de los primeros 1.164 quintales por ese puerto.

Chile comenzaba así a recibir los ingresos que, arrebatados a las arcas peruanas, ahora irían a insuflar aire a las ahogadas finanzas del país. Al menos los medios económicos para arremeter grandes jornadas de la guerra comenzaban a entrar lentamente al fisco.

Tomado del Internet

 

  

lunes, 31 de julio de 2023

¿Cómo era el toque de queda?

 

Hace unos días escribí sobre los toques de queda que me tocó vivir. Es posible que algunos de nosotros no lo sepan.... pero yo lo viví. Para quienes nunca hayan vivido en toque de queda  he aquí las disposiciones en mi tiempo que había por entonces.

1- Estaba prohibido circular por la vía pública en esas horas  y había que obtener un salvoconducto para hacerlo.

2- Los vehículos debían llevar la luz interior encendida  y andar a no más de 30 kph y llevar por una ventanilla  una banderola blanca.

3- Si por alguna razón uno tenía que salir por alguna emergencia  y carecía de salvoconducto y de coche, tenía que caminar por el centro de la calzada portando una banderola blanca y llevar sus documentos de identidad

4- Estaba prohibido realizar fiestas o reuniones de toda índole  ni realizar espectáculos públicos...además las tiendas debían estar cerradas  durante las horas de vigencia del toque de queda. Por ello por esos tiempos muchos cines y bares cerraron..  los bancos y tiendas estaban cerradas a partir del anochecer  las iglesias alteraron sus horarios de atención y  las escuelas suspendieron sus clases nocturnas  y era común el espectáculo callejero de ver los  paraderos públicos abarrotados de gente que  quería subir a los buses y micros para llegar a sus casas  antes de que comenzara el toque....  yo mismo me sumaba a esos tumultos de tratar  de subirme al primer carro que pasaba por allí.

5-Todo era una carrera por llegar cuanto antes a casa  las únicas que estaban felices por esa época eran  las esposas celosas ya que por ello sus maridos no se iban a tomar al bar y los chicos no salían a la calle a divertirse como lo hacen ahora.

6- Por lo general la gente debía evitar sacar la cara por la ventana  para evitar algún malentendido por parte de las autoridades...  era algo no escrito pero se sobreentendía por cualquiera.

7- En mis tiempos era común sentirse recluido durante esos fines de semana  sin TV cable, ni Internet como existe hoy....en esos tiempos mi único entretenimiento era la radio si esta  no suspendía sus transmisiones a partir de las 12 de la noche.

8- Únicamente se aliviaba la situación cuando era Navidad o Año Nuevo cuando esa medida se suspendía para permitir algo de diversión  y alegría tanto familiar y colectiva sin tener la sombra del toque de queda sobre mis espaldas..

De todo se recuerda de aquellos tiempos…

Un bloguero..

miércoles, 28 de junio de 2023

El edificio Giacolletti

 

En 1912 se inaugura el primer edificio modernista en el Centro de Lima, conocido por muchos como el Edificio Giacoletti. Este Edificio fue construido por los hermanos arquitectos Masperi, y se ubica en la esquina del Jirón de la Unión con Nicolás de Piérola (Ex Colmena).

¿En que radica la importancia de este Edificio?

Después de la derrota ignominiosa de la guerra del Pacífico, Lima había quedado destruida y saqueada por el invasor chileno.

La biblioteca nacional quedó arruinada, los libros que se guardaban celosamente en este lugar fueron hurtados y llevados a Santiago y otras ciudades, la pompa de Lima a la que un día se le denomino la "Perla del Pacífico" quedó en ruinas.

Este Edificio es el primero en ser edificado con un buen gusto, sus cuatro pisos se comunicaban a través de una bellísima escalera de Mármol, de los techos caían unas arañas despampanantes, teniendo pues una decoración de Art Nouveau.

En ese mismo año, en el primer piso, abre sus puertas la famosa cafetería "Giacoletti", una especie de Starbucks de la época, donde servían postres y bebidas que eran parada obligada de todos los que iban a jironear.

Dos años después, comienza la remodelación de la Plaza y construcción de lo que hoy conocemos como la Plaza San Martín, para lo cual, el edificio tuvo también que ser remodelado.

Solo la fachada se remodeló, dejándola en una arquitectura Neocolonial como lucía hasta ahora. Giacolletti abandonó el café y se lo traspasa a Juan Romano quien es el primero en vender los pavos para la cena navideña.

Después tuvo varios dueños, pero el hotel siguió en pie, hasta que por el año 2000 una conocida cadena de pollos alquila el local y hoy lamentamos el gran incendio ocurrido en el local más emblemático de Lima que ha visto el paso de la historia de Lima, vio la construcción de la Plaza San Martín y alrededores, fue mudo testigo de la toma como rehén del Presidente Leguía por parte de los Pierolistas, la marcha de los cuatro suyos, las botas militares en cuantos sonados golpes de estado se dieron en la Capital, el modernismo desde el tranvía hasta el caos automovilístico de hoy, esos muros guardan mucha historia.

Pero como siempre, las autoridades hacen oídos sordos y más que seguro, será otro monumento que quedará tal cual hasta que se caiga definitivamente, y venga alguien del municipio a decir, "no se cayó, se desplomó". Ojalá que las nuevas autoridades Municipales puedan reparar este edificio y entregarlo para la celebración del bicentenario. Vale la pena soñar.

JAMEA

miércoles, 29 de marzo de 2023

El cerro San Cristóbal

«A un cuarto de legua de la Plaza Mayor de Lima y encadenado a una serie de colinas, que son ramificación de los Andes, levantase un cerrillo de forma cónica, cuya altura es de cuatrocientas setenta varas sobre el nivel del mar. Los geólogos que lo han visitado convienen en que es una mole de piedra, cuyas entrañas no esconden metal alguno; y sabio hubo que, en el pasado siglo, opinara que la vecindad del cerro era peligrosa para Lima, porque encerraba nada menos que un volcán de agua. Las primeras lluvias del invierno dan al cerro pintoresca perspectiva, pues toda su superficie se cubre de flores y gramalote que aprovecha el ganado vacuno.

A propósito del río, consignaremos que en 1554 el conquistador Jerónimo de Aliaga, alcalde del Cabildo de Lima, representó y obtuvo que con gasto que no excedió de veinte mil duros se construyese un puente de madera; mas en 1608, viendo el virrey marqués de Monteselaros que las crecientes del Rímac amenazaban destruirlo, procedió a reemplazarlo con el de piedra que hoy existe, y cuya construcción se terminó en 1610 con gasto de cuatrocientos mil reales de a ocho.

En 1634 una creciente del Rímac destruyó la iglesia de Nuestra Señora de las Cabezas, a cuya reedificación se puso término cinco años después.

En la noche del 11 de febrero de 1696 se desbordó el brazo de río que pasa por el monasterio de la Concepción, llegando el agua hasta la Plaza Mayor. En las tiendas de los Portales, cuya construcción acababa de terminar el virrey conde de la Monclova con gasto de veinticinco mil pesos, subió el agua a media vara de altura; y como casi todas eran ocupadas por escribanos que tenían los protocolos en el suelo y no en estantes, por lo caro de la madera, pudririéndose los documentos cuya reposición fue, si no imposible, muy difícil. Desde entonces se trasladaron los escribanos a otras calles, legando su nombre al Portal que habían ocupado.

Con las continuas avenidas sufrieron tanto los cimientos del famoso y monumental puente de piedra, que en tiempo del virrey Amat cundió la alarma de que el primer ojo amenazaba desplomarse. Desde 1766 hasta 1777 duraron los trabajos de reparación, terminados los cuales, y en reemplazo de la estatua ecuestre de Felipe V, que se derrumbó en el terremoto de 1746, colocaron sobre la arcada el reloj de los jesuitas, instituto que acababa de ser abolido. En 1852 el presidente general Echenique reemplazó este reloj con otro que había mandado traer de Europa y que desapareció en 1879 a consecuencia de un voraz incendio.

En 1536 el inca Manco, a la vez que con un ejército de doscientos mil indios asediaba el Cusco, envió sesenta mil guerreros sobre la recién fundada ciudad de Lima. Éstos, para ponerse a cubierto de la caballería española, acamparon a la falda del cerro, delante del cual pasaba un brazo del Rímac, cuyo curso continuaba por los sitios llamados hoy de Otero, y el Pedregal.

Durante diez días sostuvieron los indios recios combates con los defensores de la ciudad, cuyo número alcanzaba escasamente a quinientos españoles.

Entonces fue cuando, según lo apunta Quintana refiriéndose al cronista Montesinos, la querida de Pizarro, Inés Huayllas Ñusta, hermana de Atahualpa, instigada por una coya o dama de su servicio, fue sorprendida dirigiéndose al real de los sitiadores, llevándose un cofre lleno de oro y esmeraldas.

Pizarro perdonó a su querida, a la que fue después madre de sus hijos Gonzalo y Francisca; pero mandó dar garrote a la coya, instigadora de la fuga.

Eso de haber sido benévolo para con la querida, es virtud que cualquiera la tiene y que está en la masa de la sangre. ¡Miren qué gracia! Aquí viene de molde este pareado:

"Pues yo también soy hecho de igual barro que el inmortal conquistador Pizarro".

Siempre que los sitiadores emprendían el paso del río, para consumar la derrota y exterminio de los sitiados conquistadores, volviese tan impetuosa la corriente, que centenares de indios perecieron ahogados. Por el contrario, a los españoles les bastaba encomendarse a San Cristóforo (cargador de Cristo) para vadear el río sin peligro, y embestir sobre los atrincheramientos del enemigo, bien que con poco éxito, pues eran constantemente rechazados y tenían que replegarse a la ciudad.

A no obrar el cielo un milagro, los españoles estaban perdidos.

Y ese milagro se realizó!

En la mañana del 14 de septiembre, día en que la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Cruz, los indios emprendieron la retirada, sin que haya podido ningún historiador explicar las causas que la motivaron.

A las cuatro de la tarde de ese día, D. Francisco Pizarro, seguido de sus bravos conmilitones, se dirigió al cerro, lo bautizó con el nombre de San Cristóbal, y para dar principio a la erección de una capilla puso en la cumbre una gran cruz de madera.

Como por entonces no había en Lima templo alguno, la misa dominical se celebraba en la Plaza Mayor, en altar portátil que se colocaba frente al callejón de Petateros; mas en 1537 se inauguró la capillita del Cerro de San Cristóbal, a la que, por devoción y por paseo, afluía el vecindario en los días de fiesta.

Después, anualmente, el 14 de septiembre se efectuaba una bulliciosa romería al San Cristóbal. Había en ella danza de moros y cristianos, abundancia de cohetes y francachela en grande.

Aunque el terremoto de 1746 destruyó la capilla, dejando en pie parte de los muros, no por eso olvidó el pueblo la romería anual, y en el sitio que antes fue sagrado se bailaba desaforadamente y se cometía todo linaje de profanos excesos.

Allí, sin respeto a la prohibición de la autoridad, se cantaba hasta el estornudo, cancioncita liviana con que se conmemoraba la peste que afligió a Lima en 1719 y que, entre estornudo y estornudo, condujo algunos prójimos al campo santo. Como muestra de la cancioncilla popular, vaya una de sus coplas:

"Tiene mi dueño eso pequeño, chiquito lo otro y estrecho el pie. ¡Ach!

¡María y José!".

En 1784 el arzobispo La Reguera prohibió la romería y mandó que se acabase de demoler la capilla, dejando sólo, como recuerdo del sitio en que existiera, el arco de la puerta y una cruz de madera en memoria de la que colocó Francisco Pizarro».

Compilado

miércoles, 22 de marzo de 2023

El fin de la ruta

Foto de 1908  

En 1870 se inició la ruta del tren hacia Ancón, vehículo preferido por muchos veraneantes que acudían hasta las playas, pero esta historia del tren llego a su fin en 1964 , cuando el silbato calló para siempre . Nueve de la mañana en la estación de Desamparados .Temporada de verano y cientos de veraneantes  no ven la hora de subir al tren que los conduciría más allá  de 40 kilómetros al norte de Lima, hasta Ancón.

Los andenes parecen pasarelas con modelos que exhiben camisas de colores ,gorros, sombrillas en la mano, canastas y bolsas.  Durante más de medio siglo se repitió esta escena, pues las excursiones hacia Ancón empezaron en 1900,cuando el tamaño de la ciudad y las referencias geográficas de la época y la lentitud de los primeros trenes, proporcionaban sensación de mayor lejanía a Ancón.

La llegada del tren al balneario eran también un acontecimiento, pues los familiares de los pasajeros esperaban ansiosos en la estación.

A principios del siglo , cuando sólo existía el camino de herradura el tren salía todos los días. En 1930, cuando se construye la carretera panamericana la situación cambia .Aparecieron automóviles y posteriormente ómnibus.

Poco a poco el tren era menos solicitado por lo que el servicio redujo la frecuencia exclusivamente para domingos y feriados.

En marzo de 1964 el servicio fue suprimido definitivamente por su alto costo de mantenimiento. La razón :resultaba desventajoso sostener un servicio que solo funcionaba los fines de semana .Foto de 1908.

Fuente: Diario El comercio 28/3/1995

#DatosdeLima

Fotos antiguas del Perú y del Mundo / Josué Cahua  

jueves, 16 de marzo de 2023

Carmela Combe Thomson

 

Perú (1898 – murió el10 de Mayo de 1984) Fue la primera aviadora peruana y la segunda en obtener una licencia de conducir. Fue precoz en la conducción de vehículos pues a los 14 años ya sabía conducir automóviles.

En 1920 inicia su aprendizaje como aviadora en la Compañía Nacional de Aeronáutica de Lima, escuela perteneciente a la firma de aviones Curtis y que tenía su pista de vuelo en el Distrito de Bellavista.

Combe con 20 años y tras completar el curso de aviación, se inscribe en la Escuela de Aviación Civil de Bellavista donde fue alumna del piloto estadunidense Lloyd R. Moore. Su actividad aeronáutica la compartía con su pasión por la carrera de autos, compitiendo tanto en autos como en motos. El 6 de Mayo de 1921, a pesar de la oposición de sus compañeros varones, Carmela Combe logró volar sola en un avión Curtis Oriole.

La carrera de aviadora de Carmela Combe fue muy breve. El 9 de julio sufrió un accidente aéreo cuando retornaba a Lima: luego de transportar un dinero para el pago del salario de los trabajadores de una hacienda en Cañete. Tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en Chorrillos debido a un panne en el motor. La falla mecánica fue provocada por el uso de gasolina corriente, en vez combustible de 100 octanos. La noticia fue registrada por El Comercio con las siguientes palabras: “El piloto Moore y la señorita Carmela Combe caen desde gran altura. Los pasajeros resultaron ilesos”. Los golpes que recibió en el accidente le afectaron a la columna vertebral, lo que derivó en dolores crónicos y sordera. A pesar de ello, no cejó en su empeño de seguir volando.

Más tarde, una avioneta de su propiedad que había prestado a Emilio Romance tuvo un accidente en Ancash, resultando fatal para el piloto. Esto alertó a su madre, que le rogó que dejase de volar. Combe no abandonó y obtuvo, en 1922, su licencia de manos de Elmer J. Faucett. Viajó a Francia, donde se casó con Julio Bardi, y pudo volar junto al célebre piloto Marcel Doret. En 1932 finalizó sus actividades aéreas.

Distinciones y reconocimientos

Debido a sus logros en la aviación fue condecorada en dos ocasiones. El 27 de septiembre de 1960, la Fuerza Aérea del Perú la distinguió con la "Cruz Peruana al Mérito Aeronáutico" por ser la pionera de la aviación civil en Perú. Veintidós años después, el 27 de septiembre de 1982, el Ministerio de Aeronáutica le impuso la medalla al mérito "Jorge Chávez Dartnell" por su contribución al desarrollo de la aviación civil.

En 2022 recibió un reconocimiento póstumo por parte del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) del Estado Peruano, el cual, mediante un decreto en ocasión del 8 de marzo, otorgó la condecoración “Orden al Mérito de la Mujer” a Carmela Combe y otras 24 mujeres peruanas, siendo destacadas por su tarea en la defensa de los derechos y por promover la igualdad de género. En particular, Combe fue reconocida por "su rol en la eliminación de barreras para la igualdad de género en el país, como primera mujer aviadora en el Perú".

Compilado




sábado, 11 de marzo de 2023

Barrios Altos

 

Cuando los españoles fundaron la Ciudad de los Reyes (hoy Lima) en enero de 1535 en el valle del Rímac, lo hicieron a menos de un kilómetro del oráculo que daba nombre al valle. A mediados del siglo XVI el oráculo fue destruido, construyéndose en su lugar una iglesia que se levantó en advocación a Santa Ana y posteriormente otras como Mercedarias, Descalzas, Buena Muerte, Trinitarias, Cocharcas, etc., que terminaron siendo parte indesligable de la personalidad de los Barrios Altos.

Desde el siglo XVII, empezó a ser una zona muy poblada debido a que por las portadas de Maravillas, Barbones y Cocharcas transitaban todos los que se dirigían al centro o al sur del Virreinato peruano. La provisión de alimentos que necesitaba Lima tuvo que pasar necesariamente por los Barrios Altos. Asimismo, luego de la Independencia, a lo largo del siglo XIX, los ejércitos para develar levantamientos, motines o revoluciones que estallaban al sur del país, debieron ser vistos por sus moradores; a su vez, las carrozas fúnebres con destino al cementerio Presbítero Maestro pasaban por sus calles; esto sin mencionar a los toros de lidia, que venían desde las haciendas del sur, pasaron por los Barrios Altos.

A principios del siglo XX, comprendía entre el jirón Huanta, la calle Conchucos, la Portada de Martinete y la calle Junín. Las casas eran principalmente de adobe y solo la mitad tenía servicios de agua y desagüe; era también una zona muy tugurizada, pues albergaba 50 habitantes por casa de vecindad. Un informe de la Municipalidad de Lima (1908) decía que su población era predominantemente mestiza y sus barrios mostraban altos índices de mortalidad, tuberculosis, fiebre tifoidea, así como un uno de los mayores niveles de densidad por vecindades y callejones. Con parte de su fortuna, Óscar Heeren construyó el gran condominio que luego sería considerada como uno de los lugares más hermosos y apacibles de la Lima de antaño: La “Quinta Heeren”. Este conjunto residencial de la época, de estilo austro-húngaro, es una muestra de cómo los Barrios Altos, en esos años en la “periferia” de Lima, era un lugar de gran proyección urbanística y arquitectónica.         

Los callejones fueron un tipo de vivienda popular que se multiplicó en Lima desde los tiempos virreinales (las quintas vendrían después, a finales del XIX). Eran construcciones de adobe, si tenían un piso; y de adobe con quincha, los que eran de dos pisos. Sus corredores eran de tierra apisonada al igual que la mayor parte del piso del interior de las viviendas. Con el tiempo, la gente, a medida de sus posibilidades, empezó a poner madera y hasta ladrillos pasteleros al piso interior de sus habitaciones, pero los corredores seguían siendo de tierra apisonada. Sus habitantes eran en su mayoría obreros y artesanos; también estaban los de oficio desconocido o inestable, como bailarines, cantantes o pregoneros, como recuerda Ricardo Palma. Algunos callejones eran tan grandes que, a simple vista, mirando desde la calle, uno veía solamente el portón de entrada pero, en su interior, había casi otro barrio o ciudad pequeña dentro del callejón

Fuente Lima

martes, 23 de agosto de 2022

B.A.P. Unión

 

El comisionamiento y afirmado del Pabellón Nacional del Buque Escuela a Vela, Buque Armada Peruana (BAP) Unión, realizado a inicios del año 2016, constituye un hito en la historia naval peruana, un momento de orgullo patrio y una ocasión de justo reconocimiento a la decisión política, a las capacidades técnicas, a la cooperación internacional y a la vocación de grandeza. Este buque escuela a vela honra nuestra historia rememorando a la mítica corbeta Unión (1865), comandada por Miguel Grau, así como al lema de la República “Firme y feliz por la Unión”. También recuerda nuestra tradición prehispánica con la imagen del inca Túpac Yupanqui, el inca Navegante, el gran explorador del Pacífico sur, montada por el sol del Perú en el mascarón de proa. Fue encargada a la escultora Pilar Martínez, mide más de 4 metros del sol a sus pies. El Unión constituye una manifestación concreta del proceso de modernización de las Fuerzas Armadas emprendido por el gobierno del ex presidente Ollanta Humala, un emblemático proyecto hecho realidad cuyas características (palos, eslora o largo total con bauprés de 115,5 m, desplazamiento de 3200 toneladas y capacidad para 257 personas) lo hacen el buque escuela a vela más grande y veloz que haya sido construido en Latinoamérica, al mismo tiempo que evidencia la capacidad técnica de los peruanos, que, en los astilleros del SIMA (Servicios Industriales de la Marina), llevaron a cabo este proyecto aplicando los más altos estándares internacionales.



Por primera vez en más de un siglo, el Perú cuenta no solo con un navío emblemático, sino también, con un instrumento fundamental para que los futuros oficiales de la Marina de Guerra aprendan las artes de la navegación en la vasta extensión oceánica.


Considerado como parte del territorio patrio, en el mar y en el extranjero, el Buque Escuela a Vela BAP Unión se constituye también en una embajada itinerante, en representación del Estado peruano, como imagen del poder nacional y marítimo en los ámbitos diplomático, cultural, comercial y militar, cuya misión es contribuir con nuestra política exterior.


Surcando los océanos, irá llevando productos de bandera con la Marca Perú, además de nuestra gastronomía, que podrá ser presentada en los puertos de los países adonde arribe. Además, no solo serán recibidas a bordo las diferentes autoridades de los países a los que arribe, sino también, desarrollará actividades en puerto de la mano de las diferentes instituciones de interés cultural y académico.


Compilado




domingo, 31 de julio de 2022

El niño de Detmond

 
Es una momia bebé encontrada en los Andes del Perú. Actualmente es una de las momias más antiguas del mundo: 6420 años de antigüedad en un buen estado de conservación.

Fue nombrado El niño Detmold por sus dueños Lippisches Landes museum en Detmold, Renania del Norte-Westfalia, Alemania.

Originalmente, la momia era propiedad del Museo Völkerkundliches (Museo Etnológico) de la ciudad de Witzenhausen. Después de que se reconoció un afecto por el moho en la momia, se donó a Lippisches Landes museum Detmold, donde se conservó profesionalmente. En 2010, se examinó a la momia en el contexto del Proyecto de la Momia Alemana y se dio cuenta de la importancia histórica cultural de este objeto.

Funcionarios del Museo Estatal de Lippe en Detmold, Alemania, revelaron que el niño Detmold murió a la edad de ocho a nueve meses después de sufrir una rara malformación congénita del corazón, conocida principalmente como Síndrome del Corazón Izquierdo Hipoplásico (HLHS), una afección con partes del lado izquierdo del corazón no se desarrolla por completo. El síndrome combinado con la neumonía contraída había llevado a la muerte del bebé. También se descubrió que el niño tenía deficiencia de vitamina D y tenía un cráneo anormal de forma cónica. El cuerpo había sido cubierto con lino y enterrado con un amuleto colgado alrededor de su cuello, según reveló una tomografía computarizada.

El niño Detmold estuvo en exhibición en el Centro de Ciencias de California en Los Ángeles, California, junto con otras 45 momias y 95 artefactos diferentes.

Publicada el 6.2.2020

 

miércoles, 29 de junio de 2022

Ati II Pillahuaso (Rumiñahui)

 


Nació en Píllaro hacia 1482 aproximadamente. Fueron sus padres el Inca Huayna Cápac y Nary Ati, princesa de Píllaro; hija de Pillahuaso, Cacique o Ati de Píllaro, San Miguel, Mulalillo y Panzaleo y de la reina Choazanguil.

El verdadero nombre de Rumiñahui es Pillahuaso, tomado de su abuelo. Rumiñahui es solamente un apodo que significa "Cara de Piedra" y así lo llamaban por tener un berrueco o tumorcillo en la niña del ojo.

Pillahuaso es voz de origen "Quitwa", más antigua que el quechua. En cambio "Ati" es quechua y significa "Vencedor, invencible...", título que usaba el viejo Pillahuaso en tiempos de Huayna Cápac, habiéndolo trasmitido a su nieto Rumiñahui.

Debió tener 51 años de edad aproximadamente en 1533 cuando Atahualpa fue preso.

Entonces Rumiñahui y otros Caciques se dirigieron a Cajamarca para hacerlo huir pero viendo que era imposible, "aullando de dolor" regresaron a sus tierras para preparar la guerra contra los invasores. Cuando el 29 de Agosto de 1533 las candeladas anunciaron que Atahualpa había sido ajusticiado en Cajamarca y la noticia se regó por el imperio; Rumiñahui se proclamó Shyri de Quito por ser hermano mayor del Inca, asumió el mando, preparó los ejércitos, los disciplinó y salió a encontrar a los invasores que subían por la sierra al mando del Capitán Sebastián de Benalcázar.

Rumiñahui al verse vencido por Benalcázar optó por huir a Quito donde hizo asesinar a su hermano el Inca Illiscacha y a las vírgenes del templo del sol; luego destruyó y quemó los edificios para que nada cayera en manos de los españoles, retirándose por el occidente a Jatun Sicchos a ofrecer nueva resistencia, escondiendo los tesoros en algún sitio cercano a Píllaro, en la zona de los Llanganatis, donde aún deben estar y no en las cercanías del monte Rumiñahui, conforme se ha aseverado equivocadamente.

A principio de Enero de 1535 Rumiñahui fue apresado por el Cap. Hernando de la Parra y fue trasladado en parihuelas a donde estaba Benalcázar, que lo hizo torturar con otros Caciques para que indique el paradero de los tesoros del Inca; sin conseguirlo, de suerte que cansado de tanto silencio mandó ajusticiarlos, asándolos a fuego lento y sobre una parrilla, en la placeta de la fundación de Quito, porque aún no se había trazado la plaza mayor. Rumiñahui es considerado el héroe de la resistencia nacional indígena de 1534 y uno de los más valientes exponentes de su raza.

En recompensa por sus honorables acciones se realizaron varios monumentos en su nombre uno de ellos fue plasmar su rostro en el billete de "Mil sucres".

Autor: Ruth Posligua