La estatua dedicada a Francisco Pizarro es una de las pocas
que conmemoran a un conquistador español en Hispanoamérica. Desde su
inauguración en 1935, ha dado motivo para que se desarrollen intensos debates
públicos. Ante distintas presiones, las autoridades municipales han optado, a
lo largo de los años, por trasladarla, situándola en tres ubicaciones
diferentes.
El Escultor y su obra
Charles Cary Rumsey nació en Búffalo, Nueva York, en 1879. Su padre amasó una apreciable fortuna en los negocios de curtiembres y ferrocarriles. En busca de un destino artístico, el joven Rumsey llegó a París en compañía de sus padres en 1893, donde permaneció dos años como aprendiz del prestigioso escultor estadounidense Paul Weyland Bartlett. Se casó con Mary Harriman, hija de un magnate de los ferrocarriles y filántropo, uno de los hombres más poderosos de los Estados Unidos. Antes y después de su matrimonio la vida de Rumsey estuvo envuelta en permanentes riesgos a causa de la práctica de dos actividades deportivas que le apasionaron: los automóviles y los caballos. La fatalidad le llegaría el 21 de setiembre de 1922, cuando murió en un accidente de tráfico. Está enterrado en el Forest Lawn Cemetery, en Buffalo, Nueva York. Tras su fallecimiento, su viuda continuó difundiendo la fecunda obra artística de Rumsey, además de mantener su dedicación a las labores de asistencia social en su país. En Lima corre una leyenda urbana según la cual la estatua de
Pizarro no representa al fundador de la ciudad, sino a Hernán Cortés, el
conquistador de México, país al que estaba destinada la obra. Se dice, además,
que la infortunada estatua, rechazada por el orgullo mexicano, fue a parar a
Lima, que la habría acogido bajo el nombre de Pizarro. Sin embargo, el único
conquistador presente en la vasta obra de Rumsey es precisamente Pizarro, cuya
escultura realizó y exhibió en varias versiones a partir de 1910, como se detalla
a continuación.
El Pizarro de la Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, Nueva
York (1910). Fue una pieza fundida en 1910 en París, en bronce, con la
técnica de la cera perdida, en una sola pieza sin soldadura, por el prestigioso
maestro francés Valsuani, fundidor de Renoir, Rodin, Picasso, Gauguin, Dalí y
otros. Mide menos de 1.80 metros altura. Donada por el artista y su esposa,
actualmente permanece expuesta en el frontis de la Albright-Knox Art Gallery.
El Pizarro de The Panama Pacific International Exposition, San Francisco (1915). En 1915 Rumsey exhibió una gran estatua ecuestre de Pizarro en la Panama Pacific International Exposition de San Francisco, exposición que conmemoraba la apertura del Canal de Panamá. La escultura, de más de 5.70 metros de altura, fue ubicada en el frontis del edificio denominado Tower of Jewels, el más importante de la Exposición, haciendo pareja con la estatua de Hernán Cortés, obra del artista Charles Niehaus. Es posible que de aquí parta la creencia, errada, que asegura que Rumsey inicialmente dedicó su estatua a Hernán Cortes, aunque sí es cierto que existió una similitud de estilos entre ambas, especialmente en los caballos, debido a la influencia de Emmanuel Fremiet, maestro de Rumsey y de Neuhaus.
El Pizarro del Grand Palais, París (1927). El Salón de la Primavera de pintura y escultura abría sus
puertas con la presencia de miles de que acudieron a contemplar los más de seis
mil trabajos que formaban la muestra. El New York Times aseguraba entonces que
«la exposición demuestra nuevamente el continuado liderazgo de Francia en la
creación artística». El periódico hacía notar, sin embargo, que la atención de
los visitantes se centraba ostensiblemente en el arte estadounidense debido a
la extensa colección retrospectiva de las obras del escultor Charles Cary
Rumsey, fallecido hacía cinco años. «Su colosal escultura, Pizarro, está
ubicada en el centro de la Sala de la Cúpula, en el Grand Palais. Ésta es la
primera vez en 30 años que se usa esta sala» indicaba el comentario. Es
notorio, siempre según la misma fuente, que una vez terminada la exposición, la
estatua se llevaría de París a Trujillo, lugar de nacimiento de Pizarro.
Gracias a la noticia publicada en su día en el The New York Times tenemos ahora
la certeza de que la estatua que hoy se exhibe en la Plaza Mayor de Trujillo de
España fue vista y admirada inicialmente en París.
La estatua de Trujillo (España) (1929). En 1929 se inauguró la mencionada estatua de Pizarro en el
atrio de la Iglesia de San Martín, en la Plaza Mayor de Trujillo, donde
permanece hasta la actualidad. En el acto estuvieron presentes el presidente
del gobierno Miguel Primo de Rivera y, en representación del rey asistieron el
príncipe Alfonso de Orléans y la infanta Beatriz. Concurrió también Mr. Hammon,
embajador de Estados Unidos. Según el escueto testimonio del enviado y ministro
plenipontenciario peruano, Eduardo S. Leguía, quien también fue invitado al
evento, la ceremonia «revistió gran solemnidad».
La estatua de Pizarro de Lima. En 1934 se embarcó en el puerto de Nueva York la efigie ecuestre de Francisco Pizarro. La estatua había sido realizada por Rumsey en 1910, pero fue fundida por E. Gargani, en Brooklyn, Nueva York, con una técnica aparentemente diferente a la usada para la estatua gemela de Trujillo poco antes de su envío, luego de concluidos los arreglos del donativo entre la viuda del escultor y el representante diplomático del Perú en Washington. Se dijo entonces que la estatua medía 6.60 metros de altura y pesaba 5,850 kilogramos.
La estatua de Pizarro fue inaugurada en Lima el 18 de enero
de 1935, como parte de las celebraciones conmemorativas del Cuarto Centenario
de la fundación española de la ciudad. En su discurso el alcalde Luis Gallo
Porras no pudo menos que elevar a Pizarro a la condición de «figura preclara
del héroe y del civilizador». El ministro plenipotenciario español Luis de
Avilés y Tiscar pidió respetuosamente las autoridades peruanas que al costado
de Pizarro se pusiese una estatua del Inca Garcilaso de la Vega hecha por el
escultor Manuel Piqueras Cotolí, que había sido costeada por la colonia
española. El embajador de Estados Unidos, Fred Morris Dearing, destacó «la
obligación inmensa de todos nuestros pueblos hacia la Madre España, gran
colonizadora del Nuevo Mundo».
En 1952, siendo alcalde de Lima Luis Dibós Dammert, se
efectuó el traslado de la estatua del atrio de la Catedral a la Plaza Pizarro,
solar aledaño a la Plaza de Armas, en el que se demolió una de las casas más
antiguas de la ciudad, sobreviviente de la época de la fundación española. No
están claros los motivos del traslado, aunque se repite con frecuencia que fue
una decisión del presidente de la República, el general Manuel Odría. Pero en
los diarios de la época declaraban voces airadas de la oposición por el
procedimiento autoritario que se había seguido para decidir el cambio, sin
haberse abierto previamente un debate público.
En preparación del inminente traslado, la estatua peregrina
de Francisco Pizarro fue bajada de su pedestal, quedando situada a su costado,
mientras que el tráfico de tranvías se detenía durante media hora y los
transeúntes observaban las grúas y el desmontaje con curiosidad. Luego de
permanecer descabalgada más de tres semanas, el 26 de julio la estatua del
conquistador fue llevada hasta la Plaza Pizarro, ante la mirada atenta de más
de un millar de personas que la acompañaron durante hora y media, en lenta
procesión. El nuevo emplazamiento fue inaugurado el 28 de julio de 1952, en lo
que podríamos considerar una celebración contradictoria del Día de la
Independencia.
En 1968 se promovió la idea de trasladar la estatua de su
ubicación en la Plaza Pizarro al patio de Palacio de Gobierno, y en 1972 surgió
una iniciativa para moverla al distrito del Rímac, en la margen derecha del
río, aunque ninguna de ellas se llegó a cumplir.
Durante largo tiempo, el arquitecto Santiago Agurto Calvo
lideró con empeño y perseverancia la corriente que buscaba quitar la estatua de
su plaza. En un artículo de 1991 fijaba claramente su posición, que se puede
resumir en los siguientes argumentos: el monumento era lesivo a la peruanidad;
fue creado para la patria del conquistador pero no tenía cabida en la tierra de
los conquistados; representaba a Pizarro el conquistador; fue motivado por la
alienación, egoísmo y plutocratismo de los gobernantes y por la pasividad,
desorientación y acomplejamiento de los gobernados.
Sobre esta base Agurto proponía cambiar el emplazamiento de
la estatua de Pizarro como un hecho simbólico, para establecer una nueva escala
de valores y gestar una nueva cultura nacional y reemplazarla por una nueva
imagen del Pizarro fundador de la ciudad de Lima, en lugar de la del
conquistador del Perú, a la manera del monumento que con esas características
se exhibe en la ciudad de Piura. La causa de Agurto se fortalecería a partir de
su elección como regidor municipal en el Concejo Provincial de Lima y en 1997
lograría obtener la sanción preceptiva para la remoción de la estatua de la Plaza
Pizarro, aunque la mudanza tardaría todavía unos años en hacerse efectiva.
Un curioso acto se realizó en 2001, el 24 de junio, día del
solsticio de invierno en el sur, día del Campesino y fiesta del Sol entre los
Incas, cuando la estatua de Pizarro fue objeto de una intervención pública al
cubrírsela con una tela estampada con motivos de la arquitectura incaica. La
acción simbólica del artista Juan Javier Salazar no tuvo el impacto que muchos
hubiesen esperado en la población y pasó casi desapercibida.
El monumento retirado de la Plaza del mismo nombre |
Por fin llegó el día del segundo traslado de la estatua. El
sábado 26 de abril de 2003, al filo de la medianoche, fue retirada
sorpresivamente de la Plaza Pizarro. Ese día por la tarde habían estado ahí el
arquitecto Agurto y el alcalde Luis Castañeda Lossio, quien, sin duda influido
por Agurto, debió percibirlo como la oportunidad para ganarse a una parte
importante de la población.
También en esa ocasión se procedió al traslado sin iniciar
previamente un debate público y sin convocar la opinión de la ciudadanía. Ya
con el hecho consumado, los medios de comunicación publicaron numerosas notas y
declaraciones de especialistas y de sectores diversos de la sociedad que
reflejaban las posiciones enfrentadas e irreconciliables de quienes estaban a
favor o en contra de la acción de la autoridad municipal. Sin embargo, el
impacto de la polémica no llegó a movilizar significativamente a la población a
pesar de la importancia del espacio público involucrado y del simbolismo del
personaje. Luego de permanecer almacenada en un depósito municipal, la estatua
fue instalada el 19 de octubre de 2004 en un extremo del nuevo Parque de la
Muralla, en el centro histórico de Lima, a orillas de río Rímac. La efigie se
ubicó casi al ras del suelo, prescindiendo de su imponente pedestal original, y
sin que apareciesen las placas laterales de bronce. Esta es finalmente su
ubicación actual. ¿La veremos en algún nuevo lugar pronto?
El monumento en el Parque de la Muralla |
Fuente y referencias:
- Rafael Varón Gabai, La Estatua de Francisco Pizarro en Lima.
Historia e Identidad Nacional, 2006,
- Fundación Telefónica.
- Revista de Indias, La estatua de Francisco Pizarro en Lima.
Historia e identidad nacional