lunes, 31 de diciembre de 2018

La otra Armada Invencible



Existen episodios en la Historia Universal que han quedado grabados en la memoria colectiva, disfrazada de ejemplos sobre los defectos de la Humanidad y en contra parte, de las virtudes también.

Uno de ellos es la Armada Invencible, aquellos 76 navíos de guerra y 45 de transporte con 2,341 cañones y 30 mil soldados que zarpó de Lisboa en mayo de 1588 con la misión de invadir Inglaterra para remplazar a la reina Isabel I por una monarca católica. Armada que afirman los textos, desapareció en el Canal de la Mancha por temporal providencial que salvó a la Rubia Albión del desastre total. Esa es la idea general, porque Londres como Hollywood la preservaron como verdad ocultando que de las 127 naves retornaron a Lisboa 87 (o sea, ¾ de la flota); y que si hubieran llegado a las costas británicas la escuadra de Felipe II se hubiera topado con una defensa de 227 navíos de guerra con 2,000 cañones como artillería total y 20,000 infantes sin contar a las fuerzas terrestres. Visto así, hasta parece que el favorecido por Dios fue Felipe II ya que se salvó de una derrota aplastante y quizás sólo hubiera quedado un galeón de su Armada Invencible.

Pero este post referirá un episodio diferente, pero también ocultado por la historia anglosajona donde el vaquero nunca muere y los apaches nunca apuntan bien.

Y es un episodio que implica al Perú, otra víctima de la manipulación de la historia oficial. Habían pasado bajo el puente 132 años de río tras la "mano de Dios" que salvó a Londres de sus enemigos, cuando estalló una enésima guerra entre España e Inglaterra en 1740, época cuando el Callao no perdía su condición de ser el principal puerto colonial, por donde continuaba brotando como en manantial, torrentes de plata hacia Sevilla, a través de Panamá y de allí por tierra hasta su costa atlántica, al puerto de Portobello.

El fósforo que prendió la mecha fue la The South Sea Company, compañía británica que se cansó de los peros y cortapisas que le ponía Madrid a su comercio con la América española, permitiéndole a un sólo navío con mercancías recorrer los puertos de Perú y México, una vez al año. Hasta las narices de esta situación, la South Sea Co. fundada por el ex ministro de Hacienda inglés, Robert Harley en 1711, metió presión a Londres y hablaron los cañones.

Cuando el almirante Edward Vernon ocupó Portobello en noviembre de 1739, con sólo 6 navíos de guerra, ex ejecutivos de la South Sea se metieron primero en la oreja y después en el cerebro de los mandos navales que finalmente convencieron de la idea más descabellada.

El plan propuesto por la compañía era ocupar el Callao y luego Lima, para de ahí hacer lo mismo con Panamá y si había tiempo, también Manila (Filipinas) con 8 navíos de Real Armada de su majestad británica. Llamaron al comandante del HMS (Her Majesty’s Ship, Navío de Su Majestad) Centurión, el comodoro George Anson, 1er barón de Anson de Staffordshire de 33 años con la suficiente inocencia para aceptar esa lance de dados que si no era peligroso, era suicida. Juntos entonces intereses geopolíticos y mercantilistas, fue suficiente abono para cultivar esa locura y suficiente inversión para 6 navíos de guerra: el HMS Centurión; Gloucester; Severin; Pearl; Wager y Tryal los cuales tenían juntos una artillería de 132 cañones; 500 infantes que junto a él resto de tripulación sumaban un total de 1,440 personas.

La pequeña “Armada Invencible” de zarpó de Spithead (Hampshire, sur de Inglaterra) el 18 de setiembre de 1740. El 21 de diciembre Anson recaló en Santa Catarina (sur de Brasil) con un 29% de la tripulación con tifus y disentería. Cuando la expedición logra cruzar el Estrecho de Magallanes a duras penas, la malaria y el escorbuto se sumaron como plagas bíblicas sobre los ingleses.

Al final Anson sólo pudo ver el Callao de lejos, ya que España se había enterado del plan de la South Sea desde que zarparon de Lisboa y estaban surtas en el Primer Puerto, los suficientes navíos de guerra para dejar a su expedición nadando encima de sus mástiles. Con sangre en el ojo, el comodoro pasó de largo y no paró hasta Paita, puerto abandonado por la armada española, por lo que el 14 de noviembre de 1741, ocupa fácilmente el puerto piurano con 60 infantes, no deja ni las sillas en la Oficina de Aduanas; roba alimento y ganado para dejar Paita en llamas con sus habitantes subidos en un cerro espantados.

Siguió sus tropelías en México y Macao (China) retornando a Spithead. El 15 de junio de 1744, de los 6 navíos de guerra y más de 1,000 tripulantes, de la pequeña “Armada Invencible” retornó solamente el HMS Centurión con 188 personas. George Anson llegó a ser Primer Lord del Almirantazgo, algo así como comandante general de la armada británica ya que en 1744 regresó con un botín el cual, sólo capturando un galeón español, se cifraba en 1,3 millones de reales de a 8, monedas con 25,5 gramos de plata pura cada una. Tal hurto debió originar más juicios que el caso Lava Jato, pero sólo hubo uno contra Anson, quien cobró 91 mil libras esterlinas de aquel mientras que sus oficiales, a quienes se cuidó de no ascenderlos en todo el viaje, cobraron como simples marineros a lo sumo 9 mil libras. Anson salió limpio del proceso, muriendo en Hertfordshire como 1er Lord del Almirantazgo en junio de 1762, feliz y nadando en plata a pesar de haber comandado uno de los peores y más humillantes fracasos navales de Inglaterra. Los historiadores barnizaron este fiasco como una heroica circunnavegación del globo por lo que 7 navíos de Marina de su majestad británica llevan el nombre Anson y fue citado como ejemplo de arrojo y tenacidad en varias novelas, una de ellas del mismísimo J. J Rousseau.

Fuente: Historias Fotográficas del Perú y del Mundo