sábado, 31 de diciembre de 2016

Juan M. Rugendas


Nació Juan Mauricio Rugendas en Augsburgo, el 29 de marzo de 1802, hijo de Johann Lorenz, director de la Academia de Bellas Artes de aquella ciudad. Muy temprano, a los quince años, sintiendo la bullente vocación trasmitida por generaciones de familiares de origen catalán, que habían sentado real en aquellas tierras por razones religiosas, ingresa en la Academia de Artes de Munich, la capital bávara.

Más tarde es incorporado a la expedición del explorador barón Von Langsdorff, quien necesitaba de alguien que, ajeno a especulaciones e impulsos, describiera al dibujo las muestras naturales con exactitud, como cuadra al rigor científico. El exigente explorador encontró en el joven artista la persona adecuada para su expedición al Brasil, donde llega en 1821.

Su paso por el Imperio del Brasil

Pero el trópico ubérrimo y expansivo pudo más en la sensibilidad romántica de nuestro amigo, en sus eclosivos diecinueve años; entonces, movido por intereses de propia exploración se aparta de von Langsdorff para viajar por su cuenta y riesgo con el propósito de apuntar a mano alzada bocetos y acuarelas de un mundo extraño al suyo, latitudes más bien templadas y frías tan opuestas a las del lejano tropical Brasil, que ahora sentía bajo sus pies. De regreso a Europa, se publica en Paris el producto de este trabajo en francés, Voyage pinttoresque dans le Brasil, y en edición alemana bajo el título Malerische Reise in Brasilien (Viaje de pictórica en el Brasil, o Viaje pintoresco en el Brasil, que para el efecto la precisión alemana no tiene parangón castellano), con un centenar de planchas litografiadas, editado al cuidado de Engelmann. La demanda obligó a una edición en formato menor y tan solo cuarenta cuadros, se trata de Merkwürdigste aus der malerischen Reise in Brasilien (Lo más notable del viaje pintoresco en el Brasil).

 Plaza mayor de Lima

 Plaza mayor de Lima, Rugendas. Óleo, 1843

En circunstancias de su presencia en París conoce al barón Alexander Von Humboldt, el sabio naturalista conocedor de la América equinoccial, quien interesado en las pulcras láminas de plantas, hojas, helechos, tallos y flores de la vasta herbaria traída del Brasil, recogidas por el pincel de Rugendas, le prodigó su aplauso y protección. Contagiado de viva nostalgia y aventura retorna para América. Esta vez visita Haití, México, Chile, Perú, Bolivia, Argentina y el Uruguay, para lo cual elabora un Fahrplan (Plan maestro).

En México

Su presencia de algo de tres años por México y los estados de México, Michoacán, Hidalgo, Guerrero, Puebla, Veracruz, Jalisco y Colima, son motivo de más de 1600 piezas, entre apuntes y cuadros de costumbres. Pero sería en México donde tendrían lugar dramáticas experiencias personales que le pondrían al borde de la muerte; la primera cuando le atacó el cólera, peste que azotaba el hermoso país del mezcal, el tequila y las tortillas de maíz; la monumental Teotihuacan y su singular pueblo. La segunda cuando, en su afán de poner a salvo a dos conspiradores contra el general Ambrosio Benavente y permitirles la huída, es encarcelado por dos meses y luego expulsado del país. Su obra en aquellas latitudes quedó registrada enLandschaftsbilder und Skizzen aus dem Volksleben von Mexico (Paisajes y bosquejos de la vida popular en México) editada en Darmstadt, Alemania, en 1855 y en Londres en 1858.

En Chile

Pone dirección entonces a la costa mexicana del Pacífico en 1834. Embarca en Acapulco con rumbo a Chile donde ingresa por Valparaíso. Permanece en tierra mapuche, más allá de lo proyectado, cautivado por la belleza del paisaje y lo nativo.

En Santiago es acogido generosamente y, posteriormente, habría de quedar atado sentimentalmente a una dama de Talca, doña Carmen Arriagada de Gutike, esposa de un ex oficial prusiano fugado de Prusia por haber dado muerte en duelo a un superior jerárquico. Eduard Gutike, había pertenecido a la expedición libertadora de San Martín al Perú; herido de bala perdió el uso de una pierna.

Rugendas se avino a una apasionada y clandestina aventura, que terminó con el retiro de la amante en una casa religiosa. 

También en Chile su producción es generosa; más de 850 láminas, entre óleos, acuarelas y bocetos se registran allí. Retrata a lo más graneado de la sociedad santiaguina; a él se deben vistas de las obras del tajamar en las riberas del Mapocho, ceremonias patrióticas, una colección de trajes típicos; fiestas populares, escenas de estancia y campo pintadas con destreza y experta ejecución.

Llevado por su espíritu apasionado conoce y emprende amores con una bella joven de Valparaíso perteneciente a una acaudalada familia. Pero, doña Clara Álvarez Condarco, apremiada por la familia dada la naturaleza de esos amores, para no avenirse a una eventual unión, rompe por carta con Rugendas y así termina en fracaso esta nueva relación.

En el Perú

Agregamos a lo expresado en el exordio, que nuestro artista, viajero en estas precarias condiciones sentimentales, o como consecuencia de ellas, decide emprender su proyectado viaje al Perú, a la tierra donde el Sol había sido Dios.

En Lima, José Mauricio se convierte luego en retratista en su mayoría de personajes extranjeros; hace apuntes del Puente de Montesclaros o Puente de Piedra, la Alameda de los Descalzos, mansiones de Lima y ranchos de Miraflores y Chorrillos; de muchas calles de Lima -precisamente, en una de aquellas llamada Puno moraba por esos días un niño que alcanzaría fama como tradicionista, don Ricardo Palma-; escenas de campo y costumbres; beatas, mulatos, negros, indígenas, mendigos y cuanto personaje pintoresco aparecía a sus ojos eran pan de sus pinceles. Viaja por Puno, Cusco, Arequipa, Tacna y apunta a su paso.

Itinerario del pintor – viajero por América:

Río de Janeiro – Minas Gerais – México- Xalapa – Orizaba – Puebla – Cuernavaca – Morelia – Manzanillo – Acapulco – Valparaíso – Santiago – Talca – Constitución – Santiago – La Serena – Cruce de los Andes – San Luis – Santiago – Callao – Arica – Tacna – Lima – La Paz – Cuzco – Arequipa – Valparaíso – Montevideo – Buenos Aires – Río de Janeiro.

Vasta y hermosa producción la de este alemán que finalmente se retira a Weilheim, a orillas del Teck en Würtemberg, donde emprendió un tardío romance que luego de algunas peripecias culminó en casamiento con la joven muniquesa María Sigl, su cariñosa Bettina, hija de un acomodado fabricante de tejidos de aquella localidad.

Pero el recuerdo de su paso por el continente sudamericano le hizo escribir estos sencillos versos producto también de la soledad, el abatimiento y la nostalgia:

Construí un puente en mis pensamientos, hacia el ancho, ancho mundo. De la cima de los Alpes hasta la lejana cordillera de los Andes.

Un ataque al corazón lo retiró de la vida el 29 de mayo de 1858, antes de cumplir un mes de su boda. Yace sepulto en aquel pueblo de Baviera del Norte.

Fuentes:

- Juan Mauricio Rugendas, El Perú Romántico del siglo XIX, Editor Carlos Milla Batres. Lima, Perú 1975.

- Internet - Wikipedia:

viernes, 30 de diciembre de 2016

Un palacio veneciano


En las primeras décadas del siglo XIX, un vecino de nuestra ciudad se encontraba de viaje por Europa visitando las antiguas ciudades y sedes de las monarquías que aún se enseñoreaban en esa parte del mundo. En su viaje llegó a la ciudad de Venecia donde quedó enamorado de su bella arquitectura y sobre todo de un hermoso edificio gótico cuya construcción se había iniciado en 1200 y que era el orgullo de los habitantes de esta bella ciudad: el palacio Ducal.

Cuando regresó a Lima hizo construir en la parte posterior de su casa -que daba al río Rímac- una replica de la fachada de ese fastuoso palacio veneciano. Era la casa del Conde de la Vega del Ren o también llamada Casa Concha-Atete por los apellidos de los últimos propietarios descendientes de este Conde decimonónico y romántico. Quedaba esta casa donde hoy se encuentra la Alameda Chabuca Granda y donde antes estuvo el campo ferial Polvos Azules.

Pero, ¿Qué paso con esta bella casa y porque ya no existe? Cuenta Juan Ugarte Eléspuru lo que sucedió con este bello palacete, versión que el recogió del último habitante descendiente del viajero Conde de la Vega del Ren, en uno de sus libros dedicados a Lima. Un vecino rimense -al otro lado del río y frente a la casona- encontró un túnel que lo llevó por debajo del lecho del río hasta una bóveda bajo la casa donde encontró un “tapado”, tesoro compuesto por joyas y antiguas monedas de oro. Con esta recién adquirida riqueza este afortunado vecino rimense compró una casa en el centro de la ciudad, que la decoró con mucho lujo y le puso su nombre: la Casa Barbieri.

Esta versión de tesoros subterráneos llegó a oídos de funcionarios del gobierno de entonces (años 40) que ávidos de hacerse de estos, idearon muchas maneras de hacerse con la propiedad. Finalmente, un “proyecto” de playa de estacionamiento con el nombre de Playa Rímac hizo posible la expropiación y demolición de esta casona y su espectacular fachada veneciana que daba al río Rímac.

La playa Rímac fue ideada para descongestionar la Plaza de Armas de los autos que solían estacionarse en ella, pero no tuvo éxito y los autos aun se estacionaban en la plaza mayor hasta los inicios de los años 80. Luego la historia ya es conocida: sobre ese túnel se levantó un campo ferial y hoy es un espacio público de cómicos ambulantes y dulces típicos.

Compilado

domingo, 27 de noviembre de 2016

Corongo


Corongo está a 591 km de Lima, vía el Callejón de Huaylas

Es la provincia más pequeña de Áncash pero es la más grande en acervo cultural

Corongo no se dejo avasallar por el progreso: Mantuvo su cultura, sus danzas anteriores a la Conquista, el llajuash (una variedad del quechua) y no toleran ni borrachitos ni ladrones.
Llegar a Corongo es una maravillosa aventura porque se debe recorrer el Callejón de Huaylas de punta a punta antes de enfrentarse a los 35 túneles del Cañón del Pato. En el caserío de Huarochirí, la carretera afirmada se aparta del rio Santa y trepa hasta la exultante meseta que acoge al pueblo de La Pampa, famoso por su cuy chactado. Después se toma por asalto Corongo (3,141 m.s.n.m.), pueblo que se hizo conocido por sus pallas, danza ancestral que constituye su savia, su vitalidad, su pasado y su futuro. Hasta Maju Mantilla lució una pieza palla al coronarse como soberana mundial de belleza en el 2004.

No obstante, es terriblemente injusto definir a Corongo solo por sus pallas. Es una reducción inaceptable. Es uno de sus pueblos donde el ´pasado siempre está presente, pero con dignidad y buen gusto. Desde sus sobrias puertas y sus balcones de madera tallada, sus acogedores patios interiores, su mar de tejas, sus calles empedradas, hasta el exquisito puente de calicanto. Y desde el mirador de San Cristóbal, en medio de ondulantes trigales, se tiene una soberbia vista del nevado Champará. En la parte alta, lagunas de notable belleza terminan de pincelar este paraíso.

El alojamiento se hace en el Hotel Municipal y en el Hostal Marreros. Las pallas danzan exclusivamente en Junio, (27, 28 y 29) en la fiesta de San Pedro.

Roque Puell López Lavalle

lunes, 31 de octubre de 2016

¿Qué comían los peruanos en el siglo XIX?


Los limeños eran amantes de los guisos, las frituras y el picante. Esto sorprende al viajero alemán Ernst Middendorf (1894), quien en sus cuadernos de viaje dejo registrada la costumbre culinaria de los limeños del siglo XIX.

Ernst Middendorf, en su obra "Perú, Estudio del País y sus Habitantes" escribe: "se cuenta con una gran cantidad de fondas peruanas en las que se cocina a la manera nacional y cuyos platos son, en su mayor parte, estofados o guisados a fuego lento con mucha pimienta y grasa. Junto a las fondas en las que solo se preparan guisos calientes, hay que mencionar a las picanterías, donde generalmente se sirven comidas frías: aves, jamones, salchichas, pescado en escabeche, camarones y ensaladas, todo fuertemente condimentado con ají, de donde se deriva el nombre de estos locales... El extranjero se familiariza no pocas veces con el ají, pero difícilmente aprende a vencer su repugnancia por el olor a ajo que despiden muchos guisos".

Los habitos alimenticios de una familia de clase media limeña evidenciaban una inclinación por la abundancia de potajes y la contundencia de los mismos. Middendorf refiere que los limeños de esta clase social "por lo general no se apresuran en comer. Rara vez se acuestan antes de media noche, por consiguiente los señores no se levantan hasta despues de las siete y media... La servidumbre de una casa se compone por lo menos de tres personas, un cocinero, un mayordomo y una muchacha o auxiliar de la señora. Los sirvientes por lo general son cholos o zambos, con excepción del cocinero, que frecuentemente es chino y excepcionalmente francés... El cocinero, que no duerme en casa, llega a las ocho con lo que ha comprado en el mercado; enciende el fuego, pero sólo para poner carne para la sopa, pues los demás guisos para el almuerzo, no exigen mucho tiempo y su preparación se lleva a cabo más tarde... Aparece luego el panadero,... la lechera... y la frutera... Los hombres van a sus negocios y regresan para el almuerzo, que tiene lugar, generalmente entre diez y media y once y media".

Era un almuerzo francamente opíparo, y consistía "en una comida caliente completa, aunque se come menos que de noche y no se toma vino. Ricos o pobres consumen más o menos los mismos platos, que sólo se diferencian por la preparación más cuidadosa. Se comienza con un caldo de carne, que se sirve con pedazos de yuca que ha hervido con la carne (sancochado). La yuca es... insípida en sí misma, pero sancochada con la carne toma un gusto agradable, y la gente la come sin hastiarse, como el pan y las papas, en el consumo diario. Después del sancochado se ofrece generalmente algunos platos de estofado que cada uno deja pasar según su apetito. A todo esto siguen bistecs o chuletas con huevos, papas fritas, arroz y plátanos fritos. Se termina con café o té. En lugar del sancochado, se presentan a veces dos platos característicos del país: la cazuela y el chupe. La cazuela es una sopa picante, preparada de diversos elementos, cortados todos en pequeños pedazos como: carne, maíz, y arvejas frescas. El chupe lleva leche en lugar de caldo de carne, y se cuecen pequeños trozos de pescado, camarones, papas, camotes, y mote, servido en un solo plato y muy caliente". Después del almuerzo es cuando comienzan propiamente las actividades. Los comerciantes se dirigen a sus despachos, los empleados a sus oficinas. A las cinco de la tarde se cierran los locales de la administración pública y hacen lo propio los negocios una hora después".

Y ¿Qué mejor que una reparadora comida después de un día de trabajo?: A las seis y media, en la mayor parte de las casas, se sirve la comida principal. Los dos primeros platos consisten siempre de sopa y pescado ... Después del pescado siguen otros platos preparados a la manera francesa o a la del país, estofado, frituras, y picantes. Luego viene el asado, que es el plato más débil de la comida, pues la carne de res es en Lima, por lo general, mucho menos jugosa y sabrosa que en otros lugares de la República, probablemente porque el ganado sufre en el traslado al ser conducido... Después del asado vienen los platos dulces, gelatina y frutas confitadas, en cuya preparación son muy hábiles las mujeres. La comida termina con frutas frescas. Las más finas de las frutas del país son las chirimoyas, la granadilla, la piña y la palta. 

A eso de las ocho se termina la comida y uno se dirige a la sala. Los hombres salen entonces, ya sea a su club o a hacer visitas. Las mujeres generalmente permanecen en su casa y esperan a sus amistades. La influencia de los chinos y su comida a finales de este siglo XIX enriquecería nuestra variedad culinaria.

Fuentes:

Ernst Middendorf, Perú, 1973
Mariella Balbi, La Historia de los chifas en el Perú, 1999

martes, 27 de septiembre de 2016

El Dia de los Inocerntes

Esta es una antigua costumbre en nuestra ciudad y consistía en jugar una broma, muchas veces de mal gusto a nuestro prójimo. En su obra "Lima Antigua", publicado en 1890, Carlos Prince ya nos da detalles de lo degenerada que era esta costumbre.


"Este es el petardo mas enorme y fenomenal que podía imaginar el explotaje, y que debía bautizarse con el nombre de abuso de confianza, pues en esta degeneraba ya la abusiva costumbre del día de los Inocentes" "Era el caso que yendo ese día a visitar a cualquier familia, una las niñas le decía al visitante: "Señor Don Zutano, hágame usted el favor de prestarme diez pesos hasta luego." También solía hacerse la misma demanda de la manera siguiente: "Que bonita prenda tiene usted, permítala usted para verla."

Si el acometido de alguno de estos modos prestaba el dinero o daba la prenda, sin decir, por vía de advertencia: "Hago esto fuera de inocente", entonces, cuando llegaba a su casa, se encontraba allí con una corona de yerba, acompañada de los siguientes versos:

"manda Herodes a su gente que quien preste en este día, lo pierda por Inocente"

Con esta formula, el que ignoraba esta costumbre extravagante, o se olvidaba del día que era, quedaba robado, de la manera mas tonta y sin reclamo de ninguna especie.

Origen

La celebración del día de los Inocentes es una tradición que tiene los orígenes en la leyenda de la matanza de niños que ordenó el rey Herodes con el objetivo de asesinar al Niño Jesús. También, esta fiesta popular tiene un origen pagano que nació en la Edad Media, cuando durante este día, preludio del Carnaval, el desenfreno y el jolgorio eran los protagonistas, ya que todo estaba permitido y la culpa no recaía en nadie. Hoy en día, la fiesta tiene un sentido pagano, en el que las personas se hacen bromas y engaños. Este día también es costumbre que los medios de comunicación publiquen una noticia falsa e inverosímil, que los lectores tienen que averiguar. Al día siguiente, los medios de comunicación desvelan cuál era la noticia errónea.

Fuentes: Carlos Prince, Lima Antigua, 1890

jueves, 28 de julio de 2016

¡Que Viva el Perú Señores!


(Qué viva el Perú Señores - Eva Ayllón)
Clic para escuchar..

Las Fiestas Patrias del Perú son las celebraciones nacionales anuales que celebran la Independencia del Perú después del dominio de España.

Constan oficialmente de dos días:

1. El 28 de julio, en conmemoración a la declaratoria de Independencia en Lima por parte de don José de San Martín (el acta se firmó el 15 de julio de 1821).

2. El 29 de julio, en honor a las Fuerzas Armadas de la República del Perú y a la Policía Nacional del Perú.

Las celebraciones de Fiestas Patrias coinciden con la semana de vacaciones por parte de las escuelas y algunas instituciones. Junto a la Navidad, las Fiestas Patrias significan la mayor y principal celebración del año y es usual que los comercios generen tantas ganancias como en el mes de diciembre.

El turismo interno y externo crece especialmente en estas fiestas ya que con los feriados, la gente suele visitar diversas zonas turísticas del Perú y ser parte de estas celebraciones. Cabe destacar que durante el siglo XIX, las fechas conmemorativas más importantes eran el 28 de julio (Declaración de la Independencia), el 9 de diciembre (Batalla de Ayacucho) y la fecha de cambio de mando presidencial.

El día 29 de julio

Primera Brigada de Fuerzas Especiales durante la Gran Parada Militar de 2016.
El día 29 de julio, las celebraciones son realizadas en la mayoría durante la mañana, aunque las celebraciones propias se realizan durante la tarde.

Gran Parada Militar

En la ceremonia participan las Fuerzas Armadas de la República del Perú y la Policía Nacional del Perú. A lo largo de la Av. Brasil, se instalan palcos con toldos de color rojo y blanco, en alusión a los colores patrios. Durante la ceremonia desfilan representantes de las tres Armadas y la Policía Nacional, junto con los invitados.

Cada institución castrense es acompañada por su respectiva banda. En esta ceremonia se muestra parte del material bélico del Perú, aunque los armamentos más especializados no son mostrados como política de Defensa. El personal desplegado es mínimo y la seguridad extrema.

Roque Puell López Lavalle

Viva el Perú Carajo


(Haga Clic para escuchar)
¡VIVA EL PERÚ CARAJO!
Bueno, ha llegado el momento,
el momento esperado siglo y medio,
para que de la antigua vasija de mi canto
extraiga este grito de barro estremecido.
¡Viva el Perú Carajo!
Vivan las espumosas olas,
sobre las que llegó la historia de Dios
en totoras y velas desafiantes.
El océano largo y submarino
de infinitos profundos habitantes.
El voluptuoso cetáceo, las gaviotas,
las algas, el bonito y el humilde guanay
que ha digerido a millones de libras esterlinas
Este es mi mar, mis islas, mis arenas,
mis remos, mis atardeceres y mis redes.
¡Viva el Perú Carajo!
Viva este monumento de piedras
levantado sobre cimas de la eternidad
donde el tiempo no se atreve a morir.
Viva esta huaca donde anduvo
la raza de los viejos abuelos,
abuelos a su vez de ocho millones de serranos,
que quedan allá arriba, prendidos en las cumbres;
y aquí abajo, servidumbre barata
de las casas de Lima, mozos del mayorista,
ebrias, turbias, postergadas gentes de las barriadas,
emolienteros, vendedores de fruta, carretilleros,
públicos sudorosos de los coliseos,
chimpunes, driles y camisas de mugre.
¡Viva el Perú Carajo!
Este río es peruano,
y es su cuna, una huraña fuente
enclavada en la cumbre
que vacía y llena el hechizo del cielo,
gota a gota o en tempestuosas lluvias.
Viene en su lecho con limos y polvos minerales,
sembrando valles, preñando y alumbrando padre y madre a la vez
la vida de los hombres y de las plantas.
Los animales, las aves y los peces,
Indios, mariposas,
cholos, blancos, negros, leche, rosas,
todo, todo lo siembra el río,
que bajó desde la nube con fuerza creadora.
¡Viva el Perú Carajo!
Viva esta selva sembrada por el propio Señor,
una fresca mañana cuando pasó el diluvio,
el día que sus dedos,
modelaron su mejor creación sobre el Planeta.
Aquí la fuerza desata un huracán de lluvias y de orquídeas,
llanuras de verdor cubren la tierra
donde se enroscan rios y serpientes.
Vuelan los guacamayos, parlotean los monos trapecistas
mientras, río arriba surca una canoa
en la que van amándose Carlos Rumichi y su María,
seguros de que el río ha de traerles
junto a la cesta de peces, el hijo prometido.
Viva el hombre peruano,
al que no espanta la dura geografía
que Dios nos entregó como instrumento;
sobre las conmociones cataclísmicas
que agitan los cimientos de los mares y la Tierra.
Sembramos, desafiando terremotos, nuevas ciudades,
nuevas casas, las riegan las lágrimas transidas de las viejas,
de los huérfanos niños, de los hombres.
Ja, ja, ja, ja, ja, ja
Nosotros somos súbditos del temblor y el terremoto.
¡Viva el Perú Carajo!
También al huayco, a las inundaciones, las sequías,
les sabemos su cara de miseria.
Sus derrumbes, sus vértigos de sangre,
les conocemos desde viejas edades.
Y para todas esas camaradas desdichas,
hay un Pedro Quispe y una Juana Flores,
que a fuerza de coraje, de sudor, de esperanza,
han atrapado un rayo enfurecido entre sus manos
y lo han hecho una estera de amor, un duro adobe,
ladrillo rojo, una vivienda rústica, una torre;
el perfil majestuoso de una iglesia,
un pueblo, una ciudad y una costa
o una sierra de continuadas urbes
que se levantan y caen sin miedo a nada:
¡Viva el Perú Carajo!
Para Sujchi, comunero, es este canto,
este fuerte carajo enternecido
para sus caminos vecinales y su escuelita de tejas,
donde el hijo aprenderá qué es el Perú.
Vivan los artesanos, los mineros,
los duros labradores que no moran en Lima
que han hecho de la Luna,
un lamparín de esquivo kerosene,
encendido en el techo de los cielos.
Viva el hombre de chullo que solo come camote y charqui
bebe jarros de chicha, repletos de tristeza.
Viva su poncho rojo, sus cansadas ojotas,
su lánguido charango, las ubres de sus cabras;
el seno prieto y duro de sus cholas,
su leche tibia, llena de amor y vida.
¡Viva el Perú Carajo!
Para Aurelio Celada, caporal de la hacienda costeña,
es este canto de carbón y uva negra
como el mejor color de su pellejo.
Para el duro trajín que le reclama músculos de antracita,
firmes muslos para sus grilletes vencidos,
sus leyendas de arcángeles, zambos, guitarristas,
marcadores de punta, centro foward, soldadores de gallos,
cinturas de alcatraz y cajoneros.
Ja, ja. ja, ja, ja, ja…
¡Viva el Perú Carajo!
jo, jo, jo, jo, jo, jo…
Para tirar un carajo por mi patria,
he pedido prestada su cristina de dril a mi hijo Alberto
y en la hebra de luz de un blanco cabello
de mi finada madre, lanzo un sonoro grito
que me nace de las venas,
con estruendo de vida,
clarinada del alba al cielo puro.
Para tirar un carajo por mi patria,
he levantado en sedición a las palomas,
garras de cóndores son ahora sus patas,
otrora delicado pistilo hoy convertido en lanza.
Este niño que toca una corneta en los desfiles de julio,
es Juan Mariño, es hijo de la estera, del barro y de la caña brava.
Es Juan Mariño, hijo de la barriada
sobrino del triciclo, primo del anticucho.
Sobre el lomo del cerro tirita frígido, tiene hambre,
en las manos y en las tripas
y aunque sólo es dueño de su uniforme comando,
es Juan Mariño, el que toca una corneta
en los desfiles de julio.
Para tirar un Carajo por mi patria,
préstame Juan Mariño la trompeta,
tu trompeta de bronce retumbante,
quiero lanzarle al mundo
un coro de trompetas.
¡Viva el Perú Carajo!
¡Oh! río huraño. ¡Oh! seca pampa,
¡Oh! larga costa, ¡Oh! Huascarán, Huandoy, nieves eternas.
¡Oh! tranquilo molusco, cactus, piedras, qenqo,
Sacsayhuamán, Chavín, piedra de siglos.
¡Oh! poncho, lampa, flecha, choclo, nube, gaviota,
prestadme vuestras voces de siglos
para inundar de amor todo el paisaje
¡Viva el Perú Carajo!
Amo esta dura arcilla,
amo este crisantemo
y sigo enamorado del olor del romero.
Porque estas cosas viejas, conciertos de canarios,
cuadernos de dibujo, helechos y retratos esfumados
no conduelen mi vida, sino al contrario,
alientan las sudadas camisas de mi paso
y en la beligerancia de todas las batallas
afírmase este grito:
¡Viva el Perú Carajo!
¡Viva el Perú!, mi patria,
sobre todo este rectángulo
que es mi única propiedad sobre la tierra,
donde los huesos de mi madre
dicen aun sus rezos preferidos,
sus preocupaciones.
¡Viva el Perú!, mi patria,
la de mi hijo, de mis amigos buenos,
la mujer que me ama,
mi provincia, mi derruida casa.
Y cuando los diarios digan:
el Perú perdió en fútbol,
el Perú país pobre,
vino otro terremoto,
se secaron los ríos,
se enlodan los políticos,
bajó el sol, se perdió la cosecha,
repicaremos desde el fondo de los huesos,
el grito poderoso de los hombres de esta tierra,
cargada de coraje y de optimismo para decir;
como si arrojáramos balas:
¡Viva el Perú Carajo!¡Viva el Perú Carajo!
¡Viva el Perú Carajo! ¡Viva el Perú Carajo!
¡Viva el Perú Carajoooooooo!
Roque Puell López Lavalle

jueves, 30 de junio de 2016

El Campo de Marte



El Campo de Marte, un pequeño pulmón ecológico de la ciudad de Lima ubicado en el distrito de Jesús María, no siempre lució como ahora lo conocemos. Hasta el año de 1940, existió en toda esa zona que correspondía a Santa Beatriz, (Antigua Hacienda del mismo nombre); una laguna alimentada por el canal que se originaba en el Río Huatica.

Muchas huacas se encontraban ubicadas en la zona; una de las cuales era conocida como “La Guaca Grande”, descrita en documentos de los jesuitas expulsados en septiembre de 1767. Hoy esa zona la ocupa el Hospital del Seguro Social.

El Río Huatica también conocido como Acequia de la Ciudad o Acequia de Santa Clara, se origina en la ribera norte del río Rímac. Este canal fue usado presumiblemente desde el año 1000 d.C. por los curacas locales para fertilizar las tierras en las que 500 años después se fundaría la Ciudad de Lima. Regaba los campos limitados entre los que es hoy Maranga y Surco-Ate a través de una red de 17 acequias menores que luego desembocaban en los acantilados de la actual Marbella. Tanto la acequia como el estanque eran de origen prehispánico y fueron desapareciendo a medida que la zona se fue urbanizando.

Santa Beatriz tuvo varios dueños desde 1767. Para 1872, muchos de sus terrenos fueron expropiados, donde paulatínamente se fueron construyendo: el Parque de la Exposición, el Palacio de la Exposición, el Parque de La Reserva, el Hipódromo de Santa Beatriz, el Hipódromo de Santa Beatriz, el Estadio Nacional, el Lawn Tennis de la Exposición, el Campo de Marte, etc.

La Laguna

El año 1767, cuando los jesuitas fueron expulsados por el Virrey Amat y sus propiedades pasaron a la Real Audiencia, al hacer un inventario de las propiedades, se encontró un documento que describía: "un estanque grande... que mira al costado de la Huerta de Matamandinga, con un pedazo de tajamar de cal y ladrillo y una acequia del mismo que viene de la entrada del agua que pasa por una alcantarilla que corre... hasta entrar en dicho estanque que tiene dos bocas de cal y ladrillo, y una de ellas con su compuerta de madera nueva y una puerta... de donde se sigue su cerca doble de tapia y adobe corriente...".

El canal o acequia que se originaba en el Río Huatica, atravesaba 28 de Julio por una "alcantarilla" transitable, para luego seguir hasta desembocar en un espacio, que se extendía en lo que actualmente constituye la parte central del Campo de Marte.

Compilado

martes, 31 de mayo de 2016

Datos errados


Muchas veces se repiten constantemente datos errados que al final terminan siendo dados por certeros. Son muchas las cosas que se dicen de lugares, de objetos, de personas, que sin ser veraces la gente termina aceptándolas. Como se dice, mas fácil es repetir que investigar. En este breve artículo repasaré algunos que se ven y escuchan en las calles de nuestra vieja ciudad.

El "Puente Trujillo"

Entre el centro de Lima y el distrito del Rímac hay varios puentes que los unen. De este a oeste tenemos el puente Balta; luego el puente Ricardo Palma que es la continuación de la avenida Abancay. Luego el Puente de Piedra, llamado también "puente Trujillo"; el puente "Rayo de Sol" que es peatonal, y finalmente el puente Santa Rosa.

Respecto al puente llamado "Trujillo", es un error llamarlo por este nombre, ya que su nombre real es Puente de Piedra, y con más de 400 años de antigüedad merece que sea llamado así siempre. Quizá el error se originó hace algunos años cuando de este puente había una escalera que bajaba hacia un paradero en la Vía de Evitamiento. Los usuarios y transportistas usaban para tal paradero el nombre de la vía más cercana que era el jirón Trujillo del Rímac, y por extensión empezaron a llamar así al paradero y al puente.

Las autoridades locales, deberían ser los primeros en realzar los nombres originales de cada lugar, para así mantener la historia y la memoria de la ciudad. Lamentablemente hasta algunos alcaldes cayeron en este error histórico de denominación y hasta validaron con placas tamaño equivoco...

El Mirador de Ingunza     

Ubicado en el distrito del Rímac al lado de la Plaza de Toros de Acho existe un antiguo mirador conocido como "Mirador de Ingunza" y el cual la tradición cuenta, que un rico y orgulloso español mandó construir para no tener que asistir en persona a las corridas de toros, del cual era muy aficionado, para no tener que inclinarse ante la llegada del Virrey Amat, con el cual había tenido una fuerte rencilla. Así, cómodamente desde su mirador no se perdía ninguna de las corridas.

Pero lo cierto es que este mirador fue construido muchísimos años después de la muerte de Amat, no es del periodo virreinal, sino más bien fue construido por el Sr. Don Francisco Ingunza y Basualdo el año 1858. El encargado de ejecutar la obra fue el constructor francés Paul Nicolás Chalón.

La bandera del Tahuantinsuyo

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Hablo de este símbolo del imperio andino -que se extendió por una gran extensión territorial en nuestro continente-, porque es común ver esta bandera flameando en varios edificios de gobierno en nuestra ciudad, dándole de este modo la categoría de "oficial".

Pero según varios investigadores e historiadores, entre ellos Maria Rostorowski, se indica que la bandera como tal no se conocía en el imperio incaico, sino más bien se usaba una especie de estandarte imperial, llamado “unancha” y que podía ser de diferentes colores, según lo que escogiera el gobernante de turno.

Entonces, ¿De dónde salió esta historia de que el imperio incaico tenía una bandera y que además había que exhibirla en los edificios públicos?. La bandera que se asume es del imperio incaico fue creada en el año 1973, y tuvo como gestor a un locutor radial de Radio Tawantinsuyo en el Cusco, que convocó a sus oyentes a dar ideas para adoptar un emblema como recuerdo de sus antepasados. Así nació esta bandera de 7 franjas de colores como el Arco iris, y en 1978 la Municipalidad del Cusco decide adoptarla como bandera oficial de ese departamento. Como curiosidad, cabe indicar que precisamente ese mismo año de 1978, en San Francisco, USA, la comunidad gay adoptó como emblema oficial una bandera muy parecida, pero con solo 6 colores.

La Quinta de la Perricholi

En el Rímac existe un hermoso edificio de estilo rococó francés, que data del siglo XVIII y que fue conocido y hasta hoy muchos la relacionan, como el "palacio de la Perricholi". La Perricholi, o doña Micaela Villegas, fue un personaje del siglo XVIII, quien tuvo amoríos con el Virrey Manuel de Amat y Juniet, que fue un escándalo en la sociedad limeña de la época. Se dice que para huir de las miradas inquisidoras de la sociedad de entonces, ellos se iban a retirados lugares alejados del centro de la ciudad, para dar rienda suelta a su amor prohibido. Parece la trama perfecta de una novela, como muchas que se han hecho desde entonces.

Sin embargo, doña Micaela nunca pisó este lugar, ya que el sitio donde ellos solían encontrarse, fue en la Quinta del Prado, ubicado en el corazón de lo que hoy es los Barrios Altos de Lima. Mientras Amat gobernaba, Micaela vivía en su casa de la calle del Huevo (actual avenida Tacna), y recién cuando Amat regresa a España tras terminar su gobierno, ella empieza a ocupar su mansión frente a la Alameda de los Descalzos. Cuando se casa con Vicente Echarri, su padrino de bodas le obsequia un rancho en Chorrillos. Entre estos lugares mencionados transcurrió la vida de este celebre limeña. Pero nunca en esta hermosa quinta rococó del Rímac.

La historia al parecer empezó a circular cuando en este edificio se instaló el flamante Museo del Virreinato en las primeras décadas del siglo XX, y siendo un personaje tan famoso y relacionado a este periodo de boato y derroche, se le puso el nombre de "Palacio de la Perricholi", otro error que con el paso de los años y siendo repetido constantemente.

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