viernes, 30 de abril de 2021

Albores del Cinematógrafo en Lima


A finales del siglo XIX e inicios del nuevo siglo, llegaron a Lima numerosos empresarios de toda condición, abocados al negocio del cinematógrafo. Portando sus pesados proyectores y cintas, buscaban afanosamente locales para presentar sus funciones. Los precios eran bastante cómodos. Desde veinte centavos hasta un real.

Las primeras exhibiciones se proyectaron en el famoso café del "Jardín Estrasburgo", localizado frente a la Plaza de Armas, (bajos del actual Club de la Unión). Las salas de teatro, fueron también escenario para las presentaciones. Largas filas se formaban para asistir a las proyecciones.

A partir de 1908 se levantaron las carpas especiales. Una de estas, fue la famosa "Carpa de San Juan de Dios" ubicada en la Plazuela de la Micheo (Hoy Plaza San Martín).

Es así, que el cine llegó a Lima. Sin importar que fuera mudo. Lo importante era dar a conocer, lo que todos querían ver: ¡Europa!

Al fin, los limeños pudieron ver en movimiento, esos mundos de los que tanto se había hablado y con los que tanto habían soñado. Pudieron conocer, la vida en las capitales europeas, los edificios en París y Londres; la moda, las costumbres y los sueños de aquellos a quienes consideraban modelos de refinamiento y modernidad.

El público asiduo al cine, fue variado y heterogéneo, pero las más entusiastas fueron siempre las mujeres. A ellas les fascinó la posibilidad de ver, besos legendarios, como los de Rodolfo Valentino.

Desde 1897, el cine dictó clases de romanticismo en Lima. Muchos intentaban parecerse a Valentino y a los galanes que habían robado los corazones de las limeñas. Aquellos idolatrados actores, les enseñaron a vestir, a comportarse y naturalmente, a enamorar.

 Lima, Paseos por la Ciudad y su Historia.