lunes, 7 de agosto de 2017

Alborada



Ananau, ananau
nispaniwashkanky
ñuqallapiñam chay ña wiky.
Ananau, ananau
nispaniwashkanky
wiñaypaqchum ñuqa qawasqaiky
May runallam kakuchkanky
kaycunallapy waqanaypaq.
Wañuptyqa ñakawanky
manam munanichu chay pasayta. 



Traducción



¡Ay! qué dolor, como duele
me estás diciendo.
Sólo sobre mí están tus ojos que son mis ojos.
¡Ay! que dolor, duele mucho me estás diciendo.
Crees que es para creer que yo te estoy viendo.
Que hombre creerás que soy que en estos lugares estoy llorando.
Si muero me extrañarás pero tu no quieres que eso pase.



Alborada es una agrupación sudamericana creada hace más de treinta años en Alemania, sus integrantes son peruanos, argentinos y ecuatorianos, acompañados por selectos músicos invitados y coros que conforman en el escenario aproximadamente 30 personas, cuya propuesta musical comprende la revalorización de más de 50 instrumentos autóctonos con ayuda de tecnología de punta, por ello el sonido y la masterización es impecable (fusión). El traje de los músicos protagonistas está inspirado en elementos de la ancestral cultura Chanca y los trajes de los danzantes de tijeras (danzaq peruanos), los motivos de sus trajes han sido retocados completamente en tocapus andinos. La lengua utilizada es íntegramente quechua chanca (runasimi del sur peruano).

Las canciones son originales y en su mayoría compuestas por su líder el cantante peruano Sixto Aybar (Sixtucha). Como dato curioso resulta que numerosas canciones y temas origjnales del grupo vienen siendo interpretados por agrupaciones nuevas que surgen en el mundo, en muchos casos estas nuevas agrupaciones utilizan vestimentas de pueblos nativos de las praderas norteamericanas, algo que nada tiene que ver finalmente con la propuesta de la agrupación originaria Alborada.   

sábado, 29 de julio de 2017

Hermasie Paget (1828-1890)

María Eugenia Paget, nació en Sombacour, Francia, el 2 de agosto de 1828, siendo la menor de doce hermanos, dos de los cuales fueron sacerdotes y una hermana Cyrilla, religiosa, quién formó parte del grupo misionero de los SS.CC que pereció en el barco “Marie – Joseph”.  

María Eugenia fue alumna del Colegio que las Hermanas atendían en La Verpilliére, y entró al noviciado, profesando el 24 de octubre de 1848 con el nombre de Hermasie, y ya, en 1849, se embarcó para América del Sur con cuatro Hermanas, de quienes era responsable, a pesar de sus escasos 20 años.

Llegaron al Callao el 15 de febrero de 1850. Fue nombrada Maestra de Pensionado, y al dejar el Perú la Madre Cléonisse, quedó como Superiora de Belén hasta el día de su muerte, el 2 de noviembre de 1890.

Aportes de Hermasie Paget

Fue una excelente educadora, lo que reconoció el gobierno peruano al otorgarle una tarjeta de oro como la mejor maestra de la República.

Su gran amor a los corazones de Jesús y de María la hizo una propagandista de su culto y fue una gran colaboradora del P. Donato Loirs SS.CC. en la fundación de la Asociación de los SS.CC. fue nombrada Visitadora y abrió las casa de Ica, Arequipa y La Paz (Bolivia).


Pero tal vez, el hecho más destacado desde el punto de vista histórico radica, en el apoyo que brindó a la población limeña, en el momento de la Guerra del Pacifico, haciendo del convento un Refugio para muchas personas. Pero, además intervino, intercediendo ante el Almirante francés Abel Bergasse du Petit Thouars, que se encontraba con la flota francesa, en el Callao, para la salvación de la ciudad de Lima. Amenazada de incendio y saqueo, de parte del ejército chileno, que ya lo había realizado en la ciudad de Chorrillos, días antes de ingresar a Lima.

Por supuesto que este pedido, realizado por Hermasie Paget, tuvo los resultados esperados; pues gracias a ello, el ejército chileno se vio impedido de realizar lo que fuere, en nuestra ciudad capital.

Fuente: www.ssccbelen.edu.pe 

Abel Bergasse du Petit Thouars
(1832-1890)









jueves, 29 de junio de 2017

Monasterio de Santa Catalina de Siena


El Monasterio de Santa Catalina de Siena, o Convento de Santa Catalina, es un complejo turístico religioso ubicado en el centro histórico de Arequipa, departamento de Arequipa, Perú.

Ubicación

La ciudadela se ubicó al sur del Perú en la ciudad de Arequipa fundada el 10 de setiembre de 1579 y ubicada en una zona que destaca por su belleza natural, clima acogedor y que dispone de un gran material con el cual se construye y se sigue haciendo la arquitectura de esta ciudad, el Sillar. En el monasterio existen dos tipos, el sillar blanco que proviene del Volcán Chachani y el rosado del Misti, este último emblema de la ciudad. La ciudadela ocupa un terreno de 20.000 metros cuadrados y está absolutamente aislada de la ciudad a pesar de que se ubica en el corazón de ésta. Un gran y sólido muro de 4 metros de altura aislaba la vida de las mujeres que habitaban el monasterio.

Reseña histórica

El virrey Francisco Toledo otorga la licencia necesaria para la fundación del tan deseado monasterio que solicitaba la ciudadanía. Doña María de Guzmán, viuda de Diego Hernández de Mendoza, decide recluirse en el monasterio en construcción cediendo para ello todos sus bienes. El 10 de septiembre de 1579 se realiza la memoria de la fundación del monasterio firmada por el Cabildo, regimiento de la ciudad y el obispado del Cusco, nombrando a María de Guzmán como la “Primera pobladora y priora de dicho Monasterio”. El 2 de octubre de 1580 se realiza una misa mayor en la ciudad para que desde ese día comenzaran los hábitos. Las mujeres que ingresaron como monjas al monasterio fueron criollas, mestizas y hasta hijas de familias nobles. La historia cuenta del ingreso de las denominadas “monjas pobres” que sin tener hábitos, ni abrazar la vida religiosa, ingresaban a ejercitar sus virtudes y ser emperatrices de muchas otras. Se sabe que a mediados del siglo XVIII, la ciudadela contaba con más de 300 mujeres de hábito y doncellas de servicio.

Arquitectura

El encanto de esta ciudadela reside en la solidez y plasticidad de sus volúmenes, y la belleza que maestros y alarifes lograron en la arquitectura de esos recintos mediante soluciones arizantes como los arbotantes o la construcción de recias arquerías asentadas sobre pilares.

En los interiores, las cúpulas y las cubiertas de bóveda amplían considerablemente el espacio y aumentan la sensación de fortaleza de los edificios. Se percibe así mismo, sobre todo en la zona de las callejas, la intervención de albañiles que, carentes de un diseño propiamente arquitectónico, fueron levantando muros, tejados, celdas, patios y portadas de sencillo planteamiento.

El actual edificio atesora espléndidas piezas de arte, como un altar barroco de madera tallada y dorada, de un cuerpo y tres calles, que exorna la capilla, y varias pinturas de la escuela cusqueña.

Debido a los constantes terremotos que se vio afecto el monasterio, las familias de las religiosas optaron por construir celdas únicas y privadas para cada uno de ellas. Lo que provocó que hubiera sectores ordenados y a falta de un plan otros con un notorio desorden. Durante casi dos siglos en la época virreinal, los claustros y celdas del monasterio han sufrido diversas modificaciones, agregados y nuevas construcciones que hacen que Santa Catalina se haya convertido en un mostrador escala humana de la arquitectura colonial arequipeña.

Portada del Monasterio

La portada de ingreso está adornada con un relieve de Santa Catalina de Siena, bajo cuyo patrocinio se fundó el convento. Está labrado en el sólido muro de sillar que bordea toda la manzana. La sobria sencillez de formas y color de esta portada, contrasta con el alegre colorido que el visitante encontrará en los ambientes interiores.

Torre del Campanario

La distinguida torre que luce el Monasterio de Santa Catalina fue construida en 1748 siendo Presidenta del Consejo, la supriora Sor Catalina de San José Barreda y Obispo Juan Bravo de Rivero. Su campanario tiene cuatro campanas dispuestas con frente a las calles que rodean el monasterio: Con frente a la calle Santa Catalina (al este) una antigua campana sin ninguna inscripción. Con frente a la calle Ugarte (al sur) está la campana más antigua con la inscripción “Santa Catalina Ora Pronobis ,1749”. Con frente a la calle Bolívar (al oeste) existe la campana con la inscripción “R.M. María de Villegas, 1787”

Iglesia

Bella y antigua iglesia de larga nave y de cúpula de media naranja, que tiene una construcción de planta básica de 1660 aproximadamente. Debido a diversos terremotos que sacudieron la ciudad de Arequipa desde la época de la colonia, ha sido reconstruida varias veces respetando su original diseño. Su altar principal es de plata repujada que representa un trabajo muy esmerado, con bellos y delicados motivos religiosos, de los antiguos artesanos a los que se les encomendó la obra. En la misma encontramos interesantes habitáculos para los confesores de las religiosas que se encontraban en clausura. Asimismo, se aprecia un bello altar dedicado a la Beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo. Existe una gran reja de metal entre la iglesia y el coro bajo, que es donde se ubicaban y lo siguen haciendo las religiosas para la celebración de la sagrada misa, para separar la clausura del mundo exterior. En la parte superior se encuentra el coro alto donde hay un grande y antiguo órgano europeo de muy bella manufactura.

El Convento de Santa Catalina, se envolvió en un velo de misterio y silencio hasta 1970 en que una parte grande del convento abrió sus puertas para el público. Las religiosas permitieron que una empresa privada lo administrara. Todavía viven monjas en el área norte del complejo.

En gran parte fue restaurado para poder lograr un mejor atractivo del público, conservando su planta y características originales. Las pequeñas calles y claustros están llenas de flores coloridas y las paredes son pintadas en tintes frescos. Los callejones estrechos llevan a las diversas partes del convento que atraviesan por sitios pintorescos y sitios de estar y dormir con los muebles originales.

Convento de Santa Catalina.

Al interior se puede apreciar el claustro de la beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo la cual fue beatificada en la visita de Juan Pablo II en 1985 debido a su ejemplar vida conventual y a la atribución de algunos milagros. Uno de ellos aprobado por la Iglesia, fue una curación de un cáncer uterino verificado en el primer tercio del siglo pasado. La favorecida, doña María Vera de Jarrín, vivió más treinta años después del prodigio.


Fuente: Wikipedia

lunes, 29 de mayo de 2017

Juan Bautista Topete y Carballo


Hace algunos años apareció en la revista Caretas (3 de octubre de 1996) esta fotografía, lo que motivó que el Contralmirante Ramón Arróspide Mejía (en ese entonces Presidente del Instituto de Estudios Histórico Marítimos) enviara una carta corrigiendo aquel error, la cual fue publicada en la sección "Nos escriben y contestamos" :

Lima, 24 de octubre de 1996

Señor Director:

Con referencia al artículo `Gloria y Leyenda' de CARETAS 1434 del 3 de octubre -referido a Grau y al 8 de octubre- confirmamos que el retrato que allí se reproduce no corresponde a don Miguel Grau.

El Instituto de Estudios Histórico- Marítimos se siente llamado a aclarar las dudas del caso. Si esta carta llega quizá con cierto retraso es porque hemos preferido hacerlo después de realizar una minuciosa investigación a fin de determinar el origen de este error, así como proporcionar la información histórica sobre los personajes involucrados.

Como CARETAS manifiesta, la foto ha sido tomada del libro chileno `Historia ilustrada de la Guerra del Pacífico', edición patrocinada por el general Augusto Pinochet. Hemos encontrado que en diversas publicaciones chilenas, como `El Poder Naval de Chile', (Valparaíso, Revista de Marina, 1985), y el `Monitor Huáscar' editado por Lamas y Cía. (Concepción, 1989), en forma recurrente reproducen la misma foto equivocada.

El personaje que aparece como Grau es en realidad don Juan Bautista Topete y Carballo (1821-1885), comandante de la fragata española Blanca de la Escuadra del Pacífico, con la que participó en el combate de Abtao y combate del Dos de Mayo de 1866. Los retratos del personaje -incluyendo la foto que publica CARETAS- los encontramos en por lo menos tres libros españoles como `Historia de la guerra de España en el Pacífico' (Pedro Novo y Colson, 1882). Igualmente en libros peruanos como `La Historia de la Marina de Guerra del Perú' de Manuel I. Vegas.

En el retrato que publica CARETAS se aprecia un innegable parecido con nuestro héroe, especialmente si nos referimos a una fotografía poco conocida del Almirante Grau en Río de Janeiro....

Pero el uniforme, galones y posición de los botones en la manga son diferentes y, obviamente, los de Topete no corresponden al uniforme peruano.

Ramón Arróspide Mejía
Contralmirante (r)

Presidente Instituto de Estudios Histórico-Marítimos

Compilado

sábado, 1 de abril de 2017

Andrés Avelino Aramburú Sarrio


Nacimiento              10 de noviembre de 1845. Lima – Perú.
Fallecimiento           22 de mayo de 1916. Lima – Perú.
Ocupación               Periodista
Cónyuge                  Agripina Salinas y Cossío
Hijos                         Andrés Avelino Aramburú Salinas y José Félix Aramburú Salinas
Padres                     José Félix Aramburú y Vega-Bazán y Petronila Sarrio y Pozo

Andrés Avelino Aramburú Sarrio (Lima, Perú, 10 de noviembre de 1845 – 22 de mayo de 1916) fue un periodista y político peruano.

Fundador y director del diario La Opinión Nacional, que se editó en Lima de 1873 a 1914, siendo el más importante diario del Perú a principios del siglo XX, junto con El Comercio y La Prensa. Ferviente patriota y político leal, Aramburú tuvo una personalidad vigorosa. Fijó una marcada orientación de estilo norteamericano en la conducción de su diario, destacando como una gran figura del periodismo sudamericano. Fue padre de Andrés Avelino Aramburú Salinas, que siguió sus pasos en la profesión periodística, y de José Félix Aramburú Salinas, que fue diplomático y político.

Sus padres fueron José Félix Aramburú y Vega-Bazán, oficial mayor de Hacienda, trujillano, y de Petronila Sarrio y Pozo, limeña. Estudió inicialmente en el Instituto Preparatorio y pasó luego al Convictorio de San Carlos, donde fue alumno destacado, y finalmente cursó leyes en la Universidad de San Marcos, donde se graduó de bachiller, licenciado y doctor en Jurisprudencia, con tesis sobre «Origen del castigo», «Fin de la pena de muerte» y «Pena de muerte», respectivamente (1868). Se casó con Agripina Salinas y Cossío, hija del alcalde de Lima y acaudalado hacendado Antonio Salinas y Castañeda.

A pesar de la oposición de su madre, se inclinó por el periodismo, comenzando con eventuales colaboraciones para El Comercio de Lima (1863) y editando luego con sus compañeros de aula una hoja de vida efímera, La Voz del Patriotismo (1865), a raíz del entusiasmo patriótico suscitado por la agresión de la Escuadra Española del Pacífico.
Seguidamente se desempeñó como redactor de El Nacional (1865), periódico fundado por un destacado grupo de escritores liberales, entre los que se contaban Manuel María del Valle y Juan Francisco Pazos. A través de sus páginas participó entusiastamente en la campaña cívica a favor de la elección presidencial de Manuel Pardo y Lavalle (1871 - 1872) y fue apresado en tres oportunidades.

El 1º de diciembre de 1873, ya bajo el gobierno civilista de Pardo, fundó el diario La Opinión Nacional, junto con Reynaldo Chacaltana y Manuel María Rivas, aunque luego estos se separaron de la empresa. Por más de cuatro décadas se mantuvo al frente de dicho diario, que se convirtió en uno de los más importantes del Perú y de Sudamérica. Desde sus páginas se enfrentó a la oposición anticivilista representada por los diarios La Patria y La Sociedad. Pero también peleó a favor del gobierno con las armas, como voluntario de la Guardia Nacional contra la rebelión de Nicolás de Piérola, hasta la derrota de este caudillo en la batalla de Los Ángeles.

En 1879 se declaró opositor de una eventual guerra con Chile, pero cuando ésta fue declarada, hizo la defensa de la causa peruana con gran elocuencia y entró en polémica ardorosa pero alturada con la prensa del país adversario. Incorporado como soldado raso en la reserva del Ejército Peruano durante la defensa de Lima, peleó en la batalla de Miraflores (15 de enero de 1881). Enseguida pasó a ser secretario del presidente Francisco García Calderón, durante el denominado Gobierno de La Magdalena, en los aciagos días de la ocupación chilena. Respaldó luego la autoridad del contralmirante Lizardo Montero por haber logrado realizar la unidad política del país.

Hecho prisionero y desterrado a Chile (20 de octubre de 1882), permaneció confinado en Chillán. De regreso en el Perú (10 de marzo de 1883), apoyó el pronunciamiento del general Miguel Iglesias. Fue elegido diputado por Chancay, ante la Asamblea Constituyente que aprobó el Tratado de Ancón (1884-1885). Junto con monseñor Manuel Tovar, representó al gobierno de Iglesias para lograr un entendimiento con el general Andrés A. Cáceres, pero una vez que este caudillo se convirtió en gobernante, le brindó su apoyo desde La Opinión Nacional.

Elegido diputado por Lima (1894), mantuvo obstinada oposición contra la revolución que Piérola acaudilló para derrocar a Cáceres, recordando los despilfarros que dicho caudillo civil promovió cuando fue ministro de Hacienda auspiciando el Contrato Dreyfus en la década de 1860, y la desorganización militar que hizo cuando fue dictador durante la guerra con Chile. Su casa fue asaltada por una turba pierolista después de los combates en las calles de Lima, el 17 y el 18 de marzo de 1895. Aún después de iniciado el gobierno de Piérola continuó haciendo oposición a este caudillo. No obstante, Piérola, al terminar su gobierno, reconoció hidalgamente los servicios que el periodista había prestado a la nación.
Consagrado exclusivamente a su labor periodística, Aramburú continuó pulsando la vida política del país no solo a través de sus vibrantes editoriales en La Opinión Nacional sino en una columna de la misma, festiva y mordaz a la vez, que llamó «Mentiras y candideces», que fue muy celebrada por los limeños. Atildado tanto en el vestir como en su expresión, cortés y benevolente, supo llegar directamente a la mente y al corazón de sus lectores. En las calles de Lima los vendedores de diarios pregonaban así su periódico: «La Opinión Nacional con editorial del doctor Aramburú». Patriota ferviente, acuñó en su diario el siguiente apotegma: «Nadie tiene razón contra el Perú». Otra faceta interesante y ejemplar de su personalidad fue su afecto hacia los obreros, en especial los obreros gráficos.

Ya anciano, dejó la dirección del diario y se retiró en 1914. Tuvo la suerte de celebrar sus bodas de oro como periodista.

Compilado


martes, 28 de febrero de 2017

Entierros y tapados en Lima

Es muy antigua la idea de los tesoros ocultos. Desde el rescate de Atahualpa, quedó en la imaginación de todos, la certeza de haber sido ocultadas en diversos lugares grandes cantidades de oro y plata.

Las “huacas” donde a veces se hallaban objetos y restos prehispánicos contribuyeron al afán soñador por encontrar a cada paso riquezas bajo la tierra.


Demolición del Hospital de San Juan de Dios

La ausencia de bancos, tal como los conocemos hoy y la desconfianza ante aquellos banqueros susceptibles de quiebras y perdidas, dieron lugar, seguramente, a la costumbre de guardar en recatados lugares de casas y haciendas los dineros ahorrados. Hubo, indudablemente, el hábito, sobretodo en ciertas épocas, de usar esta forma de encubrimiento para evitar asaltos y robos. Muchas de las antiguas casas, tal cual como los arcones y bufetes de la mueblería colonial, tuvieron disimuladas alacenas, escondrijos y secretas, como propiamente se les denominaba para esconder tesoros.

Y las leyendas crecieron y se multiplicaron. Se afirmaba de los ricos, la costumbre de esconder en botijas y bolsas grandes de cuero, grandes fortunas. Hasta se creía el cuento cruel de los enterradores esclavos, que pagaban con su vida, la involuntaria culpa de haber conocido el lugar de los codiciados escondites y quedaban en estos también sus cadáveres, como si perpetuaran el servicio de lúgubre vigilancia. El hecho de haberse hallado con frecuencia, en los tapados, restos de huesos humanos, apoyo esta creencia. Y a la vez contribuyo a la superstición de los fantasmas.

En casas donde penan, tesoros hay, se decía. Y en cuanto alguna vieja casona se desocupaba, surgía la suposición, sobre todo si los vecinos contaban de extraños ruidos que había en ella, de alguna alma rondadora, vigía fantasmal de algún rincón lleno de monedas de oro. Cuando alguien moría sin dejar testamento, suponíase que podía quedar enterrado en una iglesia, pero su alma quedaba en la mansión, como atormentado centinela.

Y no solo se creía en los ocultamientos bajo tierra, sino también se les imaginaba en los anchos muros, en las vigas, en los artesonados de los techos, etc. Se exageró estas creencias, y con el pasar del tiempo, se creyó en una ciudad llena de vericuetos subterráneos, horadada y con túneles en todas direcciones.

Después de la expulsión de los jesuitas, en tiempos del Virrey Amat, aumento enormemente la idea. La antigua y célebre frase “nos llevamos un tesoro escondido en el breviario (librito que contiene el rezo eclesiástico anual)” contribuyo a creer que en el estaba las claves para ubicar e identificar los lugares donde dejaron sus riquezas estos religiosos expulsados.

La guerra de Independencia también contribuyo a hacer crecer la leyenda. Se aseguraba la existencia de fortunas escondidas por los españoles residentes para evitar las confiscaciones de los republicanos. No solo en Lima fue extensa y difundida la convicción de existir muchos sitios con dineros escondidos, sino en todo el Perú se mantuvo esta idea durante mucho tiempo.

Como derivación natural surgieron los descubridores expertos y los poseedores de planos y guías. Se hicieron famosos los buscadores de tesoros, tan igual como las brujas y los curanderos. Estaban llenos de verbos floridos y frases cabalísticas. Explotaban la ingenuidad por la fuerza de la tradición.

Sus labores siempre rodeadas de aires de misterio pusieron una nota entre burlona y macabra. Los había hasta extranjeros que venían con raros documentos de caligrafías complicadas siempre ofreciendo sus servicios, previo “adelantito” del dinero a encontrar.


Palacete Veneciano, demolido en la creencia que tenía tapados y tesoros

Naturalmente, no siempre se trataba de patrañas y mentiras. Se hallaron realmente muchos tapados, y no pocas personas cambiaron sus vidas debido al éxito en sus búsquedas. En algunas casas de Lima fue evidente el descubrimiento de algunos entierros. Y esto sirvió para cebar el anhelo de todos, porque hubo un tiempo en el cual se esperaba esa forma para salir de apuros, igual como se confía en la lotería.

Por las calles Chacarilla, la Virreina, por Matavilela, por Aumente, por la plaza San Martín, por Plumereros, etc., se afirmaba que fueron descubiertos tesoros.


Catacumbas de San Francisco

Muchas veces se señalo el origen de ciertas fortunas en artificiales minas callejeras. Este tipo de entierros era tema de conversación frecuente. La vieja Lima con sus cementerios en iglesias, colmadas de huesos, y sus caserones y huertos también con tumbas particulares y con joyas y dinero bajo tierra, llego a ser imaginada como una oculta y enmarañada red de túneles sombríos y húmedos. Se afirmaba por la zona de Desamparados, de una oscura calle, debajo de las que conocemos, donde podía discurrir cómodamente una pareja de hombres a caballo. Y así, se señalaban muchas sendas de ese tipo: de Palacio a Santo Domingo, de san Pedro al Noviciado, etc.

Ahora mismo, cuando en alguna excavación o demolición de una casona en el centro de Lima aflora alguna cripta arcaica o unos escalones musgosos, reaparecen las interrogantes: ¿Habrá algún entierro?, ¿A dónde irá este camino…?

Compilado


martes, 31 de enero de 2017

Tatán


Luis D´Unian Dulanto, “Tatán” fue un amigo de lo ajeno y le robaba a cualquiera. Esos cuentos de que fue "el ladrón bueno" lo inventaron sus amigos de Las Carrozas. El que busca encuentra...Su misteriosa muerte llamó la atención de todos los que le hicieron buena fama a un delincuente. Tuvo una vida promiscua con homosexuales y algunos dicen que uno de estos, celoso de otro, lo mató de nueve puñaladas como a un César. 

La otra versión, también tonta, es que el delincuente "Tatán" tenía un diamante incrustado en uno de sus dientes y para robarlo tuvieron que matarlo. La versión de más crédito es que el delincuente era un "soplón" y fue asesinado por pasar información a la policía. Dicen que quemó vivo a otro delincuente pero no se lo pudieron probar y luego lo mataron en la cárcel...murió en su ley. 

Es falso que robó a los ricos para entregar todo a los pobres. Robaba para vivir bien, para comprar ropa de primera calidad, para gozar de buenos médicos. 

Compilado