jueves, 25 de junio de 2020

Miraflores


En la historia, se remonta Miraflores a los antiguos peruanos entre pescadores y recolectores de la zona hasta convertirse en un pueblo gozando de las bondades del mar. Lugar de inmigrantes y ahora más por el turismo, entre las avenidas, callecitas, parques y casonas. Más tarde, Ciudad Heroica, llamada así porque aquí se derramó la sangre peruana de todas las edades frente a un invasor bárbaro y mejor preparado. El Parque Reducto habla que allí se llevó una lucha cruenta y que el vencedor fue el heroísmo y el amor a la Patria. 

¿Y si hablamos del amor? Quince años cuando llegué al nuevo barrio y encontré las diferentes emociones, las féminas de la edad que no se quedan simplemente en la belleza sino en la interminable curiosidad de quién es el que acaba de llegar. Y uno pues, con más imaginación, más travesura que experiencia, cae definitivamente en el qué hablar de ellas y de la interrogante de tus nuevos amigos. Ya Miraflores vivía los años 70 con rapidez, novedad y nuevas emociones. 

La música de los nuevos grupos, "La Av. Larco", "We All Togheter", "Traffic Sound", las fiestas, luces y la Discoteca recién inaugurada (La Miel) nos llevaba a querer saber qué podía haber dentro cuando nos creíamos saberlo todo. Imagino que antaño que la juventud miraflorina, entre la formalidad y elegancia también supieron decir bellas palabras y robar besos más de una vez. Y uno se identifica si es apasionado, algo romántico y admirador de la belleza. Aunque en épocas diferentes el amor de un adolescente y los años que pasa en su juventud no pueden olvidarse de la primera vez que se enamoró y que lo hicieron madurar. 

Y la “patota” no puede olvidarse. Partida de imberbes, futbolistas pendencieros y los adoptados de otros barrios que se identificaban también con el Miraflores alegre, pujante protestando en más de una ocasión  contra lo establecido. 

Recuerdo en aquellos días cuando la Dictadura tomó los diarios de la Nación. Ya nosotros, jóvenes ardidos, con poca noción de política pero inflamados por la deshonra, salimos a protestar. Todos de diferentes lugares pero en un mismo sentir. San Antonio, Ugarriza, Pardo, Marsano congregados todos en la Av. Larco desde el Malecón hasta la Tiendecita Blanca. Y en medio de la protesta, las bombas lacrimógenas que devolvíamos a la policía indiferente nos hacían llorar los ojos. No me había percatado que en medio de todo, vi a mi vecino, seis años mayor que yo pues yo tenía 17, flameando una bandera peruana en la parte de atrás de un jeep improvisado en plena Avenida. 

Sorprendidos y jadeando, entre piedras y vidrios rotos, muchos no caímos presos pero sí la juventud miraflorina se hizo presente. Identificarme con Miraflores, por estas anécdotas, quedan todavía muchas en el tintero. Sólo viví 10 años y meses, pero pareciera mucho más por la intensidad que me impuse o por la magia que atrae este lugar. 

Es cultura, arte que florece, romanticismo y también pobreza en medio de tantos colores distintos. Sin embargo, formaron parte de mí y forma parte hoy porque crecí con él, lloré con él y no le he olvidado nunca. 

Roque Puell López Lavalle