sábado, 1 de abril de 2017

Andrés Avelino Aramburú Sarrio


Nacimiento              10 de noviembre de 1845. Lima – Perú.
Fallecimiento           22 de mayo de 1916. Lima – Perú.
Ocupación               Periodista
Cónyuge                  Agripina Salinas y Cossío
Hijos                         Andrés Avelino Aramburú Salinas y José Félix Aramburú Salinas
Padres                     José Félix Aramburú y Vega-Bazán y Petronila Sarrio y Pozo

Andrés Avelino Aramburú Sarrio (Lima, Perú, 10 de noviembre de 1845 – 22 de mayo de 1916) fue un periodista y político peruano.

Fundador y director del diario La Opinión Nacional, que se editó en Lima de 1873 a 1914, siendo el más importante diario del Perú a principios del siglo XX, junto con El Comercio y La Prensa. Ferviente patriota y político leal, Aramburú tuvo una personalidad vigorosa. Fijó una marcada orientación de estilo norteamericano en la conducción de su diario, destacando como una gran figura del periodismo sudamericano. Fue padre de Andrés Avelino Aramburú Salinas, que siguió sus pasos en la profesión periodística, y de José Félix Aramburú Salinas, que fue diplomático y político.

Sus padres fueron José Félix Aramburú y Vega-Bazán, oficial mayor de Hacienda, trujillano, y de Petronila Sarrio y Pozo, limeña. Estudió inicialmente en el Instituto Preparatorio y pasó luego al Convictorio de San Carlos, donde fue alumno destacado, y finalmente cursó leyes en la Universidad de San Marcos, donde se graduó de bachiller, licenciado y doctor en Jurisprudencia, con tesis sobre «Origen del castigo», «Fin de la pena de muerte» y «Pena de muerte», respectivamente (1868). Se casó con Agripina Salinas y Cossío, hija del alcalde de Lima y acaudalado hacendado Antonio Salinas y Castañeda.

A pesar de la oposición de su madre, se inclinó por el periodismo, comenzando con eventuales colaboraciones para El Comercio de Lima (1863) y editando luego con sus compañeros de aula una hoja de vida efímera, La Voz del Patriotismo (1865), a raíz del entusiasmo patriótico suscitado por la agresión de la Escuadra Española del Pacífico.
Seguidamente se desempeñó como redactor de El Nacional (1865), periódico fundado por un destacado grupo de escritores liberales, entre los que se contaban Manuel María del Valle y Juan Francisco Pazos. A través de sus páginas participó entusiastamente en la campaña cívica a favor de la elección presidencial de Manuel Pardo y Lavalle (1871 - 1872) y fue apresado en tres oportunidades.

El 1º de diciembre de 1873, ya bajo el gobierno civilista de Pardo, fundó el diario La Opinión Nacional, junto con Reynaldo Chacaltana y Manuel María Rivas, aunque luego estos se separaron de la empresa. Por más de cuatro décadas se mantuvo al frente de dicho diario, que se convirtió en uno de los más importantes del Perú y de Sudamérica. Desde sus páginas se enfrentó a la oposición anticivilista representada por los diarios La Patria y La Sociedad. Pero también peleó a favor del gobierno con las armas, como voluntario de la Guardia Nacional contra la rebelión de Nicolás de Piérola, hasta la derrota de este caudillo en la batalla de Los Ángeles.

En 1879 se declaró opositor de una eventual guerra con Chile, pero cuando ésta fue declarada, hizo la defensa de la causa peruana con gran elocuencia y entró en polémica ardorosa pero alturada con la prensa del país adversario. Incorporado como soldado raso en la reserva del Ejército Peruano durante la defensa de Lima, peleó en la batalla de Miraflores (15 de enero de 1881). Enseguida pasó a ser secretario del presidente Francisco García Calderón, durante el denominado Gobierno de La Magdalena, en los aciagos días de la ocupación chilena. Respaldó luego la autoridad del contralmirante Lizardo Montero por haber logrado realizar la unidad política del país.

Hecho prisionero y desterrado a Chile (20 de octubre de 1882), permaneció confinado en Chillán. De regreso en el Perú (10 de marzo de 1883), apoyó el pronunciamiento del general Miguel Iglesias. Fue elegido diputado por Chancay, ante la Asamblea Constituyente que aprobó el Tratado de Ancón (1884-1885). Junto con monseñor Manuel Tovar, representó al gobierno de Iglesias para lograr un entendimiento con el general Andrés A. Cáceres, pero una vez que este caudillo se convirtió en gobernante, le brindó su apoyo desde La Opinión Nacional.

Elegido diputado por Lima (1894), mantuvo obstinada oposición contra la revolución que Piérola acaudilló para derrocar a Cáceres, recordando los despilfarros que dicho caudillo civil promovió cuando fue ministro de Hacienda auspiciando el Contrato Dreyfus en la década de 1860, y la desorganización militar que hizo cuando fue dictador durante la guerra con Chile. Su casa fue asaltada por una turba pierolista después de los combates en las calles de Lima, el 17 y el 18 de marzo de 1895. Aún después de iniciado el gobierno de Piérola continuó haciendo oposición a este caudillo. No obstante, Piérola, al terminar su gobierno, reconoció hidalgamente los servicios que el periodista había prestado a la nación.
Consagrado exclusivamente a su labor periodística, Aramburú continuó pulsando la vida política del país no solo a través de sus vibrantes editoriales en La Opinión Nacional sino en una columna de la misma, festiva y mordaz a la vez, que llamó «Mentiras y candideces», que fue muy celebrada por los limeños. Atildado tanto en el vestir como en su expresión, cortés y benevolente, supo llegar directamente a la mente y al corazón de sus lectores. En las calles de Lima los vendedores de diarios pregonaban así su periódico: «La Opinión Nacional con editorial del doctor Aramburú». Patriota ferviente, acuñó en su diario el siguiente apotegma: «Nadie tiene razón contra el Perú». Otra faceta interesante y ejemplar de su personalidad fue su afecto hacia los obreros, en especial los obreros gráficos.

Ya anciano, dejó la dirección del diario y se retiró en 1914. Tuvo la suerte de celebrar sus bodas de oro como periodista.

Compilado