Nacimiento 10 de noviembre de 1845. Lima –
Perú.
Fallecimiento 22 de mayo de 1916. Lima – Perú.
Ocupación Periodista
Cónyuge Agripina Salinas y Cossío
Hijos Andrés Avelino Aramburú
Salinas y José Félix Aramburú Salinas
Padres José Félix Aramburú y Vega-Bazán y
Petronila Sarrio y Pozo
Andrés Avelino
Aramburú Sarrio (Lima, Perú, 10 de noviembre de 1845 – 22 de mayo de 1916) fue
un periodista y político peruano.
Fundador y director
del diario La Opinión Nacional, que se editó en Lima de 1873 a 1914, siendo el
más importante diario del Perú a principios del siglo XX, junto con El Comercio
y La Prensa. Ferviente patriota y político leal, Aramburú tuvo una personalidad
vigorosa. Fijó una marcada orientación de estilo norteamericano en la
conducción de su diario, destacando como una gran figura del periodismo
sudamericano. Fue padre de Andrés Avelino Aramburú Salinas, que siguió sus
pasos en la profesión periodística, y de José Félix Aramburú Salinas, que fue
diplomático y político.
Sus padres fueron
José Félix Aramburú y Vega-Bazán, oficial mayor de Hacienda, trujillano, y de
Petronila Sarrio y Pozo, limeña. Estudió inicialmente en el Instituto
Preparatorio y pasó luego al Convictorio de San Carlos, donde fue alumno destacado,
y finalmente cursó leyes en la Universidad de San Marcos, donde se graduó de
bachiller, licenciado y doctor en Jurisprudencia, con tesis sobre «Origen del
castigo», «Fin de la pena de muerte» y «Pena de muerte», respectivamente
(1868). Se casó con Agripina Salinas y Cossío, hija del alcalde de Lima y
acaudalado hacendado Antonio Salinas y Castañeda.
A pesar de la
oposición de su madre, se inclinó por el periodismo, comenzando con eventuales
colaboraciones para El Comercio de Lima (1863) y editando luego con sus
compañeros de aula una hoja de vida efímera, La Voz del Patriotismo (1865), a
raíz del entusiasmo patriótico suscitado por la agresión de la Escuadra
Española del Pacífico.
Seguidamente se
desempeñó como redactor de El Nacional (1865), periódico fundado por un
destacado grupo de escritores liberales, entre los que se contaban Manuel María
del Valle y Juan Francisco Pazos. A través de sus páginas participó
entusiastamente en la campaña cívica a favor de la elección presidencial de
Manuel Pardo y Lavalle (1871 - 1872) y fue apresado en tres oportunidades.
El 1º de diciembre de
1873, ya bajo el gobierno civilista de Pardo, fundó el diario La Opinión
Nacional, junto con Reynaldo Chacaltana y Manuel María Rivas, aunque luego
estos se separaron de la empresa. Por más de cuatro décadas se mantuvo al
frente de dicho diario, que se convirtió en uno de los más importantes del Perú
y de Sudamérica. Desde sus páginas se enfrentó a la oposición anticivilista
representada por los diarios La Patria y La Sociedad. Pero también peleó a
favor del gobierno con las armas, como voluntario de la Guardia Nacional contra
la rebelión de Nicolás de Piérola, hasta la derrota de este caudillo en la
batalla de Los Ángeles.
En 1879 se declaró
opositor de una eventual guerra con Chile, pero cuando ésta fue declarada, hizo
la defensa de la causa peruana con gran elocuencia y entró en polémica ardorosa
pero alturada con la prensa del país adversario. Incorporado como soldado raso
en la reserva del Ejército Peruano durante la defensa de Lima, peleó en la
batalla de Miraflores (15 de enero de 1881). Enseguida pasó a ser secretario
del presidente Francisco García Calderón, durante el denominado Gobierno de La
Magdalena, en los aciagos días de la ocupación chilena. Respaldó luego la autoridad
del contralmirante Lizardo Montero por haber logrado realizar la unidad
política del país.
Hecho prisionero y
desterrado a Chile (20 de octubre de 1882), permaneció confinado en Chillán. De
regreso en el Perú (10 de marzo de 1883), apoyó el pronunciamiento del general
Miguel Iglesias. Fue elegido diputado por Chancay, ante la Asamblea
Constituyente que aprobó el Tratado de Ancón (1884-1885). Junto con monseñor
Manuel Tovar, representó al gobierno de Iglesias para lograr un entendimiento
con el general Andrés A. Cáceres, pero una vez que este caudillo se convirtió
en gobernante, le brindó su apoyo desde La Opinión Nacional.
Elegido diputado por
Lima (1894), mantuvo obstinada oposición contra la revolución que Piérola
acaudilló para derrocar a Cáceres, recordando los despilfarros que dicho
caudillo civil promovió cuando fue ministro de Hacienda auspiciando el Contrato
Dreyfus en la década de 1860, y la desorganización militar que hizo cuando fue
dictador durante la guerra con Chile. Su casa fue asaltada por una turba
pierolista después de los combates en las calles de Lima, el 17 y el 18 de
marzo de 1895. Aún después de iniciado el gobierno de Piérola continuó haciendo
oposición a este caudillo. No obstante, Piérola, al terminar su gobierno,
reconoció hidalgamente los servicios que el periodista había prestado a la
nación.
Consagrado
exclusivamente a su labor periodística, Aramburú continuó pulsando la vida
política del país no solo a través de sus vibrantes editoriales en La Opinión
Nacional sino en una columna de la misma, festiva y mordaz a la vez, que llamó
«Mentiras y candideces», que fue muy celebrada por los limeños. Atildado tanto
en el vestir como en su expresión, cortés y benevolente, supo llegar
directamente a la mente y al corazón de sus lectores. En las calles de Lima los
vendedores de diarios pregonaban así su periódico: «La Opinión Nacional con
editorial del doctor Aramburú». Patriota ferviente, acuñó en su diario el
siguiente apotegma: «Nadie tiene razón contra el Perú». Otra faceta interesante
y ejemplar de su personalidad fue su afecto hacia los obreros, en especial los
obreros gráficos.
Ya anciano, dejó la
dirección del diario y se retiró en 1914. Tuvo la suerte de celebrar sus bodas
de oro como periodista.
Compilado