1. El nombre Perú fue
desconocido para los Incas. Fue impuesto por los conquistadores españoles y
rechazado por los indios del Perú, que negaban a usarlo, según el testimonio de
Valera, Acosta y Garcilaso.
2. No fue nombre de la
lengua quechua, ni tampoco de la antillana o caribe, sino corrupción del nombre
del cacique de una tribu panameña, vecina del golfo de San Miguel, llamado
Birú, al que los soldados y aventureros de Panamá dieron en llamar Perú.
3. El primero en tener
noticias del cacique Birú, vecino y rival del cacique Chochama, situado en el
golfo de San Miguel, fue Pascual de Andagoya, en la visita que hizo en 1522 a
ese cacique, reducido por Gaspar de Morales en 1515. En la comarca del cacique Birú
había un río que Andagoya remontó y que podría llamarse el río Birú, aunque se
nota en la relación de Andagoya, escrita en 1541, cierta tendencia a la
inflación de su hallazgo, para relacionarlo con el descubrimiento posterior del
Perú. Pizarro llegó en 1526 a Chochama, de regreso del primer viaje y se ocupó
de pacificar al cacique de Birú.
4. Los cronistas Oviedo y
Gomara, y más tarde Garcilaso y Morúa, sostuvieron la existencia de un río Perú
y hasta dieron su posición exacta a dos grados norte de la equinoccial,
inmediatamente al norte del río San Juan, lo que dado el error de dos o más
grados que arrastra la descripción de Oviedo, daría la longitud de cuatro
grados norte, que correspondería al río Hijuu o Ijúa en la costa colombiana del
Chocó. Cieza de León negó categóricamente la existencia de tal río, afirmando
que "no lo hay que tenga tal nombre". Solitariamente, en el siglo
XVIII, el cosmógrafo del Perú, don Cosme Bueno, se echó a sostener que el río
que dio origen al nombre peruano fue el río Virú, situado al sur de Trujillo.
Los datos cartográficos de la época de la conquista, los mapas de Ruiz y Penate
y de Diego Rivera, no consignan río alguno con el nombre de Birú o Perú.
5. Algunos cronistas,
alejados del tiempo y del lugar de los hechos, afirmaron más tarde que el
cacique vecino de Chochama se llama Periquete o Peruquete, pero los testimonios
fidedignos e irrebatibles del licenciado Espinosa, de Andagoya y de Oviedo,
cronistas que vivieron en Panamá, revelan que el cacique Peruquete, que fue
adjudicado a Hernando de Luque en el repartimiento de 1522, quedaba al poniente
de Panamá, en la ruta de Nicaragua y cerca de la punta de Chame. Hasta hoy se
conserva un lugar llamado Periquete en la misma región del istmo. Los primeros
en confundir al cacique de Birú con el de Periquete fueron los cronistas Estete
y Cieza.
6. Las interpretaciones
filológicas que han pretendido darse del nombre del Perú, carecen de fundamento
lógico e histórico. No puede ser derivado de la palabra quechua pírua, que
significa orón o troje, o sea depósito de semillas, como propone el padre Blas
Valera, ni del nombre del primer Inca Pirua Pacaric Manco, el portador de las
semillas, como sostuvo Montesinos, porque el nombre del Perú se aplicó desde
1527, antes de hallarse pueblos de habla quechua e influencia incaica. Tampoco
puede ser derivado del nombre de Piura, lugar que sólo fue alcanzado por los
descubridores en 1528. Menos probabilidades tiene la proposición garcilasista,
de ser una palabra de la lengua hablada por los indios de Panamá a Guayaquil,
en la que la voz Pelu sería sinónimo de río, porque no existen ríos con ese
nombre o desinencia en este litoral. Y carece, por último, de toda seriedad, la
disparatada afirmación del clérigo Montesinos de que Pirú proviene del hebreo y
bíblico Ophir.
7. No hay prueba documental
alguna de que Vasco Núñez de Balboa tuviera noticias del Imperio Incaico ni
conociera y usara el nombre del Perú. Balboa fue ejecutado en 1519 y la primera
noticia del cacique Birú la recibió Andagoya en 1522. El nombre del Perú no
aparece en ningún documento escrito hasta 1527, salvo que sea probada la
autenticidad del contrato de 10 de marzo de 1526, lo que retrotraería un año
dicha fecha.
8. La empresa de Pizarro,
Almagro y Luque fue llamada por sus directores y los funcionarios reales de
Panamá, "la armada del Levante". Durante los años 1524 a 1527, y aun
posteriormente, sólo se habla oficialmente del descubrimiento de "la costa
del Levante".
9. Frente a la vaguedad del
nombre oficial, surge entre los vecinos de Panamá, los soldados desocupados y
desertores de la empresa, el mote burlesco de "los del Perú",
aplicado a los que iban llevados por el recogedor Almagro a morir en el marasmo
del trópico, en manos del carnicero Pizarro.
10. En la residencia de
Pedrarias hecha en 1527, se advierte la contraposición entre el criterio
oficial que mantiene la designación del nombre de Levante, para las tierras
nuevas del Mar del Sur, y el sentir popular que las ha bautizado con el nombre
irreversible del Perú.
11. La capitulación de
Toledo vaciló en llamar a la tierra de los Incas "la provincia de
Tumbez" o "la provincia del Perú", y terminó inclinándose por
esta última.
12. En 1534 surge la
denominación cortesana y elegante de Nueva Castilla que perduró apenas en los
documentos oficiales, y es vencida, al fin, por el nombre del Perú.
13. Por obra de Pizarro y de
su resistencia a la corona y a las pretensiones de Almagro, el Perú de 200
leguas de la capitulación de Toledo se ensancha hasta comprender la Nueva Castilla
y la Nueva Toledo, hasta Tucumán y Copiapó, y convertirse en el inmenso
Virreinato del Perú.
El nombre del Perú no
significa, pues, ni río, ni valle, ni orón o troje y mucho menos es derivación
de Ophir. No es palabra quechua ni caribe, sino indohispana o mestiza. No tiene
explicación en lengua castellana, ni tampoco en la antillana, ni en la lengua
general de los Incas, como lo atestiguan Garcilaso y su propia fonética
enfática, que lleva una entraña india invadida por la sonoridad castellana. Y,
aunque no tenga traducción en los vocabularios de las lenguas indígenas ni en
los léxicos españoles, tiene el más rico contenido histórico y espiritual. Es
anuncio de leyenda y de riqueza, es fruto mestizo brotado de la tierra y de la
aventura, y, geográficamente, significa tierras que demoran al sur. Es la
síntesis de todas las leyendas de la riqueza austral. Por ello cantaría el
poeta limeño de las Armas Antárticas, en su verso de clásica prestancia: "Este Perú antártico,
famoso…"
Fuente:
Porras Barrrenechea, Raúl.
1973. El nombre del Perú. Lima: P. L. Villanueva Editor.