sábado, 31 de diciembre de 2016

Juan M. Rugendas


Nació Juan Mauricio Rugendas en Augsburgo, el 29 de marzo de 1802, hijo de Johann Lorenz, director de la Academia de Bellas Artes de aquella ciudad. Muy temprano, a los quince años, sintiendo la bullente vocación trasmitida por generaciones de familiares de origen catalán, que habían sentado real en aquellas tierras por razones religiosas, ingresa en la Academia de Artes de Munich, la capital bávara.

Más tarde es incorporado a la expedición del explorador barón Von Langsdorff, quien necesitaba de alguien que, ajeno a especulaciones e impulsos, describiera al dibujo las muestras naturales con exactitud, como cuadra al rigor científico. El exigente explorador encontró en el joven artista la persona adecuada para su expedición al Brasil, donde llega en 1821.

Su paso por el Imperio del Brasil

Pero el trópico ubérrimo y expansivo pudo más en la sensibilidad romántica de nuestro amigo, en sus eclosivos diecinueve años; entonces, movido por intereses de propia exploración se aparta de von Langsdorff para viajar por su cuenta y riesgo con el propósito de apuntar a mano alzada bocetos y acuarelas de un mundo extraño al suyo, latitudes más bien templadas y frías tan opuestas a las del lejano tropical Brasil, que ahora sentía bajo sus pies. De regreso a Europa, se publica en Paris el producto de este trabajo en francés, Voyage pinttoresque dans le Brasil, y en edición alemana bajo el título Malerische Reise in Brasilien (Viaje de pictórica en el Brasil, o Viaje pintoresco en el Brasil, que para el efecto la precisión alemana no tiene parangón castellano), con un centenar de planchas litografiadas, editado al cuidado de Engelmann. La demanda obligó a una edición en formato menor y tan solo cuarenta cuadros, se trata de Merkwürdigste aus der malerischen Reise in Brasilien (Lo más notable del viaje pintoresco en el Brasil).

 Plaza mayor de Lima

 Plaza mayor de Lima, Rugendas. Óleo, 1843

En circunstancias de su presencia en París conoce al barón Alexander Von Humboldt, el sabio naturalista conocedor de la América equinoccial, quien interesado en las pulcras láminas de plantas, hojas, helechos, tallos y flores de la vasta herbaria traída del Brasil, recogidas por el pincel de Rugendas, le prodigó su aplauso y protección. Contagiado de viva nostalgia y aventura retorna para América. Esta vez visita Haití, México, Chile, Perú, Bolivia, Argentina y el Uruguay, para lo cual elabora un Fahrplan (Plan maestro).

En México

Su presencia de algo de tres años por México y los estados de México, Michoacán, Hidalgo, Guerrero, Puebla, Veracruz, Jalisco y Colima, son motivo de más de 1600 piezas, entre apuntes y cuadros de costumbres. Pero sería en México donde tendrían lugar dramáticas experiencias personales que le pondrían al borde de la muerte; la primera cuando le atacó el cólera, peste que azotaba el hermoso país del mezcal, el tequila y las tortillas de maíz; la monumental Teotihuacan y su singular pueblo. La segunda cuando, en su afán de poner a salvo a dos conspiradores contra el general Ambrosio Benavente y permitirles la huída, es encarcelado por dos meses y luego expulsado del país. Su obra en aquellas latitudes quedó registrada enLandschaftsbilder und Skizzen aus dem Volksleben von Mexico (Paisajes y bosquejos de la vida popular en México) editada en Darmstadt, Alemania, en 1855 y en Londres en 1858.

En Chile

Pone dirección entonces a la costa mexicana del Pacífico en 1834. Embarca en Acapulco con rumbo a Chile donde ingresa por Valparaíso. Permanece en tierra mapuche, más allá de lo proyectado, cautivado por la belleza del paisaje y lo nativo.

En Santiago es acogido generosamente y, posteriormente, habría de quedar atado sentimentalmente a una dama de Talca, doña Carmen Arriagada de Gutike, esposa de un ex oficial prusiano fugado de Prusia por haber dado muerte en duelo a un superior jerárquico. Eduard Gutike, había pertenecido a la expedición libertadora de San Martín al Perú; herido de bala perdió el uso de una pierna.

Rugendas se avino a una apasionada y clandestina aventura, que terminó con el retiro de la amante en una casa religiosa. 

También en Chile su producción es generosa; más de 850 láminas, entre óleos, acuarelas y bocetos se registran allí. Retrata a lo más graneado de la sociedad santiaguina; a él se deben vistas de las obras del tajamar en las riberas del Mapocho, ceremonias patrióticas, una colección de trajes típicos; fiestas populares, escenas de estancia y campo pintadas con destreza y experta ejecución.

Llevado por su espíritu apasionado conoce y emprende amores con una bella joven de Valparaíso perteneciente a una acaudalada familia. Pero, doña Clara Álvarez Condarco, apremiada por la familia dada la naturaleza de esos amores, para no avenirse a una eventual unión, rompe por carta con Rugendas y así termina en fracaso esta nueva relación.

En el Perú

Agregamos a lo expresado en el exordio, que nuestro artista, viajero en estas precarias condiciones sentimentales, o como consecuencia de ellas, decide emprender su proyectado viaje al Perú, a la tierra donde el Sol había sido Dios.

En Lima, José Mauricio se convierte luego en retratista en su mayoría de personajes extranjeros; hace apuntes del Puente de Montesclaros o Puente de Piedra, la Alameda de los Descalzos, mansiones de Lima y ranchos de Miraflores y Chorrillos; de muchas calles de Lima -precisamente, en una de aquellas llamada Puno moraba por esos días un niño que alcanzaría fama como tradicionista, don Ricardo Palma-; escenas de campo y costumbres; beatas, mulatos, negros, indígenas, mendigos y cuanto personaje pintoresco aparecía a sus ojos eran pan de sus pinceles. Viaja por Puno, Cusco, Arequipa, Tacna y apunta a su paso.

Itinerario del pintor – viajero por América:

Río de Janeiro – Minas Gerais – México- Xalapa – Orizaba – Puebla – Cuernavaca – Morelia – Manzanillo – Acapulco – Valparaíso – Santiago – Talca – Constitución – Santiago – La Serena – Cruce de los Andes – San Luis – Santiago – Callao – Arica – Tacna – Lima – La Paz – Cuzco – Arequipa – Valparaíso – Montevideo – Buenos Aires – Río de Janeiro.

Vasta y hermosa producción la de este alemán que finalmente se retira a Weilheim, a orillas del Teck en Würtemberg, donde emprendió un tardío romance que luego de algunas peripecias culminó en casamiento con la joven muniquesa María Sigl, su cariñosa Bettina, hija de un acomodado fabricante de tejidos de aquella localidad.

Pero el recuerdo de su paso por el continente sudamericano le hizo escribir estos sencillos versos producto también de la soledad, el abatimiento y la nostalgia:

Construí un puente en mis pensamientos, hacia el ancho, ancho mundo. De la cima de los Alpes hasta la lejana cordillera de los Andes.

Un ataque al corazón lo retiró de la vida el 29 de mayo de 1858, antes de cumplir un mes de su boda. Yace sepulto en aquel pueblo de Baviera del Norte.

Fuentes:

- Juan Mauricio Rugendas, El Perú Romántico del siglo XIX, Editor Carlos Milla Batres. Lima, Perú 1975.

- Internet - Wikipedia:

viernes, 30 de diciembre de 2016

Un palacio veneciano


En las primeras décadas del siglo XIX, un vecino de nuestra ciudad se encontraba de viaje por Europa visitando las antiguas ciudades y sedes de las monarquías que aún se enseñoreaban en esa parte del mundo. En su viaje llegó a la ciudad de Venecia donde quedó enamorado de su bella arquitectura y sobre todo de un hermoso edificio gótico cuya construcción se había iniciado en 1200 y que era el orgullo de los habitantes de esta bella ciudad: el palacio Ducal.

Cuando regresó a Lima hizo construir en la parte posterior de su casa -que daba al río Rímac- una replica de la fachada de ese fastuoso palacio veneciano. Era la casa del Conde de la Vega del Ren o también llamada Casa Concha-Atete por los apellidos de los últimos propietarios descendientes de este Conde decimonónico y romántico. Quedaba esta casa donde hoy se encuentra la Alameda Chabuca Granda y donde antes estuvo el campo ferial Polvos Azules.

Pero, ¿Qué paso con esta bella casa y porque ya no existe? Cuenta Juan Ugarte Eléspuru lo que sucedió con este bello palacete, versión que el recogió del último habitante descendiente del viajero Conde de la Vega del Ren, en uno de sus libros dedicados a Lima. Un vecino rimense -al otro lado del río y frente a la casona- encontró un túnel que lo llevó por debajo del lecho del río hasta una bóveda bajo la casa donde encontró un “tapado”, tesoro compuesto por joyas y antiguas monedas de oro. Con esta recién adquirida riqueza este afortunado vecino rimense compró una casa en el centro de la ciudad, que la decoró con mucho lujo y le puso su nombre: la Casa Barbieri.

Esta versión de tesoros subterráneos llegó a oídos de funcionarios del gobierno de entonces (años 40) que ávidos de hacerse de estos, idearon muchas maneras de hacerse con la propiedad. Finalmente, un “proyecto” de playa de estacionamiento con el nombre de Playa Rímac hizo posible la expropiación y demolición de esta casona y su espectacular fachada veneciana que daba al río Rímac.

La playa Rímac fue ideada para descongestionar la Plaza de Armas de los autos que solían estacionarse en ella, pero no tuvo éxito y los autos aun se estacionaban en la plaza mayor hasta los inicios de los años 80. Luego la historia ya es conocida: sobre ese túnel se levantó un campo ferial y hoy es un espacio público de cómicos ambulantes y dulces típicos.

Compilado