La palabra “carajo”, ha llegado a tener un uso múltiple en todas nuestras sociedades hispanas y puede ser utilizada en muchas expresiones; inclusive con diferente sentido y según el énfasis que se le de, determinará su significado. Carajo es la palabra, posiblemente más usada de nuestra lengua, y aunque los académicos no se han puesto de acuerdo para definirla, el carajo parece ser indispensable en nuestro diario vocabulario.
Según la Real Academia de la Lengua, “Carajo” era el
nombre que se le puso al espacio ubicado en la parte más alta de los mástiles
de las antiguas carabelas españolas. Era una especie de canasta, que servía
como puesto de observación, desde el cual los vigías oteaban el horizonte en
busca de naves enemigas, puntos de ubicación o lugares hasta donde querían
llegar. Por otro lado, los marinos de aquellas épocas, asociaban al mástil y
dicha canastilla, con el órgano sexual masculino.
En aquel lugar, el más alto del mástil y el más
inestable de la nave, se sentía en mayor magnitud, el movimiento lateral
realizado por un barco de vela, de acuerdo al movimiento del mar. El marino que
era enviado a permanecer como vigía, luego de apenas un par de horas, bajaba
totalmente mareado; lo que era considerado como un duro castigo y servía para
dar escarmiento a quienes cometían alguna infracción a bordo. De ahí parece surgir la expresión: "Váyase al
Carajo", como interjección para expresar un desacuerdo con alguien. Pero
igualmente, también se acuñó otra expresión: "Ese tipo está del Carajo",
cuando algunos marinos, podían permanecer impasibles y tolerar sin mayores
problemas los movimientos del barco, aun ante las peores tempestades. De tal forma, poco a poco esta palabra, se fue
convirtiendo con el tiempo, en toda una institucion por su multiplicidad de
usos, con la que se puede describir posiblemente todo el espectro en el estado
de ánimo del hombre; desde el negativo, hasta el positivo.
"Esto está más bueno que el Carajo". Define
algo muy atractivo o agradable. Pero igualmente si se trata de algo que no nos
agrade, podríamos decir: “Está más malo que el Carajo”.
Si queremos acentuar la mediocridad de alguien muchas
veces decimos: “Es más bruto que el Carajo”; pero a la vez podemos acentuar por
ejemplo, nuestra admiración por una dama y decir: “Está más buena que el
Carajo”.
Si llegamos a una reunión y encontramos buen ambiente,
expresamos: “Carajo, que buen tono” y si por el contrario no nos divertimos,
entonces lanzamos un: “Esto está más aburrido que el Carajo”.
Y así, podríamos seguramente llenar varias páginas,
escribiendo una y otra expresión en la cual vaya incluida la susodicha
palabrita: “Carajo”; pero podríamos dar lugar a que alguien reclamara y dijera:
“Qué carajo es esto”.
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