sábado, 21 de julio de 2018

De los Alpes a los Andes



Colonos del Pozuzo. 1925. La inmigración alemana y austriaca al Perú en el siglo XIX. 
Eduardo Vásquez Monge. 

El Perú es un vergel de pequeñas colonias extranjeras, cada cual aportando a la peruanidad su riqueza cultural pero también en algunos casos, hiriéndola con su pobreza moral. Pero al acercarse el bicentenario de nuestro país como república, la gratitud peruana resalta siempre a las colonias china, japonesa e italiana y con justicia.

Pero, la mayoría de peruanos ignora a los nativos del Tirol (Austria) y Renania (sureste de Alemania), de los viñedos empobrecidos del valle del Mosel y del valle superior del río Inn regiones que a mediados del Siglo XIX padecía hambruna y miseria. Queriendo buscar la América unos 300 tiroleses y renanos escucharon de Damián barón von Schutz-Holzhausen, noble del ducado de Nassau (Renania Palatinado), las trompetas de la promesa de una nueva vida. En 1855 el barón había conseguido del gobierno peruano un contrato para traer 10 mil alemanes a colonizar el Oriente del país, a cambio de proveerle Lima de un camino de la capital hasta Pasco hasta su ceja de selva además de semillas y ganado.

El barón von Schutz-Holzhausen convenció a sus paisanos y los embarcó en un velero guanero, el Norton, realizando los 300 la travesía de Amberes (Bélgica) al Callao, llegando al Primer Puerto el 20 de julio de 1857. Los germanos conocieron entonces y de la peor manera la politiquería criolla nacional de promesas falsas y palabras sin peso ni valor.

Ni carretera a Pasco ni semillas ni ganado les esperaban. Los 300 tiroleses y renanos tuvieron que llegar a la ceja de selva de Pasco por su cuenta encabezados por el barón y el sacerdote católico José Egg. De los 300 llegaron sólo 170 en 1859 muriendo varios en el trayecto y algunos prefirieron quedarse en ciudades o pueblos en el camino.

La tierra prometida se llamaba Pozuzo, a 360 km al noreste de la ciudad de Cerro de Pasco, es decir, a 5 días de la civilización. Pozuzo en 1859 era un lugar aislado, de jungla tupida y sin siquiera trochas, pero surgió la disciplina y organización germana, iniciando por definir las 42 parcelas de 100 pasos de ancho cada una por familia, que comprenderían lo que sería su nuevo hogar, su nueva pequeña patria. En 1868 arribaron 200 tiroleses más pero unos años después el gobierno de Manuel Pardo ve frustrado su ambicioso plan de comunicar el Perú con decenas de vías férreas al encontrar las arcas fiscales vacías a pesar del boom del guano. Es decir, jamás llegó un tren a Pasco desde Lima y menos a Pozuzo.

El barón von Schutz-Holzhausen y sus paisanos en el valle del Inn, fueron dejados a la ventura de Dios. Contra toda lógica, para 1889 los alemanes habían fundado otra colonia en Oxapampa y para 1928, la de Villa Rica y el número de colonos aumentó a casi 2,000. A partir de 1943, los tiroleses y renanos fueron uniéndose con nativos y criollos peruanos pero ello no les impidió preservar su herencia cultural austro-germana tanto en su arquitectura como en ciertas costumbres del Tirol. Hoy ascienden a 240 mil los descendientes de los primeros colonos tiroleses y renanos que salieron sin un duro del puerto de Amberes hace 161 años, 9 mil de ellos siguen en Pozuzo. Ejemplo de perseverancia y tesón, los germano-peruanos aportan al Perú con una pujante industria forestal, ganadera, agrícola y turística en un rincón del país construido literalmente de la nada.

Fuente: “Valorización de la identidad tirolesa en Pozuzo (Pasco-Perú). Potencialidades y límites de la diversidad cultural”. Martina Neuburger y Ernst Steinicke. Universidad de Innsbruck. 2010.



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